La guerra en Yemen continúa sin que se vislumbren avances hacia la paz mientras cada diez minutos sigue muriendo un niño en el país por causas prevenibles, según insistieron este lunes varios altos responsables de Naciones Unidas ante el Consejo de Seguridad de la ONU.

“En Yemen, un niño menor de cinco años muere cada 10 minutos por causas prevenibles, incluidas la desnutrición y las enfermedades evitables por vacunación”, dijo la directora de Unicef, Henrietta Fore.

Durante el encuentro, Mohamed Jaled Jiari, el ayudante del secretario general para Oriente Medio, Asia y el Pacífico, subrayó que “no se han registrado más avances en los esfuerzos de la ONU para alcanzar un acuerdo”. Esto, basado en los principales puntos del plan de paz presentado al Gobierno reconocido internacionalmente y a los rebeldes hutíes.

Esta iniciativa gira en torno a la implantación de un alto el fuego general, la reapertura del aeropuerto de Saná, el levantamiento de las restricciones a la circulación de combustibles y otros bienes a través del puerto marítimo de Hudeida y el restablecimiento de las negociaciones políticas directas entre las distintas partes yemeníes.

Jiari tomó la palabra en lugar del recién nombrado enviado de la ONU para Yemen, el sueco Hans Grunberg, que fue designado a principios de mes en sustitución del británico Martin Griffiths, quien se despidió el pasado junio sin haber logrado cerrar un acuerdo para detener la guerra y avisando que las perspectivas para el país son “desalentadoras”.

Reunión

Quien sí participó en la reunión fue Griffiths, pero en calidad de jefe humanitario de la ONU, cargo que ocupa desde hace unas semanas.

Griffiths subrayó que la máxima prioridad en el país árabe es “detener la hambruna”, porque hay “casi cinco millones de personas que están a punto de sucumbir al hambre y a las enfermedades asociadas”.

“El hambre no es solo un problema de comida, es un síntoma de un colapso mucho más profundo”, dijo el responsable humanitario a los miembros del Consejo de Seguridad.

Fore, por su parte, insistió en que “muy poco ha cambiado para la población civil del país”.

“Hoy, en Yemen, casi 21 millones de personas, incluidos 11,3 millones de niños, necesitan asistencia humanitaria para sobrevivir; 2,3 millones de niños padecen desnutrición aguda y casi 400.000 niños menores de cinco años padecen desnutrición aguda y corren un riesgo inminente de muerte”, agregó.

Griffiths remarcó que los yemeníes “no se están muriendo de hambre porque no haya comida en el país, se mueren de hambre porque no pueden pagarla”.

En este sentido, recordó que la moneda local se ha hundido, que el Producto Interior Bruto ha caído un 40% desde 2015, que la inflación se ha disparado o que un cuarto de los trabajadores del país son funcionarios que cobran su salario de forma esporádica e irregular.

El conflicto armado de Yemen comenzó en 2014 después de que los rebeldes hutíes, respaldados por Irán, se alzaran en armas contra el Gobierno reconocido internacionalmente del presidente Abdo Rabu Mansur Hadi y tomaran la capital, Saná.

La guerra se agudizó después por la intervención militar de la coalición árabe, liderada por Arabia Saudí, en apoyo de Hadi.