El Banco Mundial estimó en 155% la inflación anual de los bienes relacionados con la alimentación en Venezuela, ubicándolo como el tercer país con mayor inflación alimentaria del mundo.

El Banco Mundial, en su más reciente actualización del informe sobre seguridad alimentaria advirtió que “el alza sin precedente de los precios de los alimentos ha provocado una crisis mundial que empujará a millones de personas más a la pobreza extrema”, como es el caso de Venezuela.

Esto, “aumentando el hambre y la malnutrición, y amenazando con eliminar los avances en materia de desarrollo logrados con tanto esfuerzo”.

La actual inflación en el sector alimentario, que afecta sobre todo a los países de ingresos bajos y medianos, obedece, según el organismo multilateral, a la guerra en Ucrania, a las interrupciones en la cadena de suministro y a las repercusiones económicas de la pandemia de COVID-19.

Hambre en Venezuela

Respecto al caso específico de Venezuela, el Banco Mundial, utilizando datos del Fondo Monetario Internacional correspondientes al período abril-julio de este año, estimó en 155% la inflación anual.

Esto, de los bienes relacionados con la alimentación en Venezuela, ubicándolo como el tercer país con mayor inflación alimentaria del mundo, solo superado por el Líbano y Zimbabue.

Según los datos publicados por el Observatorio Venezolano de Finanzas, la canasta alimentaria familiar en el país pasó de 303 dólares en julio de 2021 a 392 dólares en julio de 2022.

Esta inflación de los alimentos a nivel mundial afecta de manera muy significativa a Venezuela pues agudiza la crisis prolongada de inseguridad alimentaria que el país ha venido sufriendo desde hace más de una década.

De acuerdo con la FAO, una persona se encuentra en situación de inseguridad alimentaria cuando carece de acceso regular a suficientes alimentos inocuos y nutritivos. Esto, para un crecimiento y desarrollo normales y para llevar una vida activa y saludable.

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En el año 2019, una evaluación de seguridad alimentaria en Venezuela encontró que el 92% de la población sufría de inseguridad alimentaria.

En el informe del siguiente año (2020), el PMA no incluyó a Venezuela debido a la falta de información.

Sin embargo, señaló que la seguridad alimentaria del país seguramente estaba empeorando.

Los hallazgos de estas organizaciones corresponden con los resultados de la encuesta anual “Condiciones de vida de los venezolanos – (ENCOVI)”.

Inseguridad alimentaria y desnutrición crónica

En Venezuela, la inseguridad alimentaria ha sido un factor determinante en el aumento de la malnutrición que ha afectado a la población, en especial a sus sectores más vulnerables.

Al respecto se refirió la doctora Marianella Herrera, médica investigadora y presidenta del Observatorio Venezolano de la Salud.

“En una población que deba enfrentar la inseguridad alimentaria, se generan importantes impactos en el estado nutricional de sus miembros”, dijo.

Por sus efectos permanentes en el largo plazo, son de especial relevancia los impactos que la inseguridad alimentaria produce sobre la desnutrición de niños menores de cinco años y de las mujeres embarazadas, los cuales pueden conducir a una “desnutrición crónica” en esos grupos.

Este retraso tiene una serie de efectos a largo plazo para los individuos y las sociedades entre los cuales se encuentran. Disminución del desarrollo cognitivo y físico, reducción de la capacidad productiva, mala salud y aumento del riesgo de enfermedades degenerativas como la diabetes”.

La organización Caritas encontró que el 31,7 % de este grupo de niños tenía una tasa de retraso en su crecimiento.

El Informe de la encuesta cierra con la advertencia de que “las secuelas de largo plazo de los actuales estados nutricionales de Venezuela pueden ser irreversibles”.

En otras palabras, los impactos negativos de la desnutrición crónica no solo acompañarían a la persona por el resto de su vida, sino que podrían ser transmitidos a sus descendientes.

Causas de la inseguridad alimentaria en Venezuela

La nutricionista venezolana Susana Raffalli, especialista en temas de seguridad alimentaria y acción humanitaria, considera varios detalles.

Dice que la incapacidad del Estado venezolano para garantizar alimentación está asociada al deterioro del aparato productivo nacional.

Suma la caída de las importaciones, la alta inflación, el bajo poder de compra del salario mínimo del venezolano. Además cuenta los inadecuados e insuficientes programas alimentarios del gobierno nacional.

“Ni sumando los bonos, ni sumando los alimentos subsidiados de la caja Clap y el salario mínimo se llega a tener siquiera 30 % de la canasta del grupo de alimentos mínimo que una familia en Venezuela necesita.

Esto, por definición, “es una inseguridad alimentaria muy severa”, afirmó Rafalli en noviembre del 2020 en una entrevista con Crónica Uno.

A un año y medio de esa declaración, la situación continúa igual.

Por ejemplo, el reciente incremento del salario mínimo a 20,25$ apenas alcanza para cubrir el 5% de la canasta alimentaria familiar.

El hueco negro de las cifras gubernamentales

De esto habla el informe de la FAO y el PMA sobre inseguridad alimentaria aguda titulado “Puntos críticos del hambre: Alertas tempranas”.

Se señala que Venezuela no fue incluida como un foco de hambre debido a la no disponibilidad o a la escasez de datos actualizados sobre inseguridad.

Desde hace ya casi una década, el Estado Venezolano ha dejado de publicar cifras oficiales relacionadas con la seguridad alimentaria y la nutrición de la población.

El último anuario de mortalidad se publicó en el 2014 y desde el 2015 no se publican cifras sobre el consumo y la disponibilidad de alimentos en el país.

La ausencia de datos oficiales ha tenido que ser suplida por investigaciones propias de organismos internacionales y de organizaciones no gubernamentales.

Ellos procuran ofrecer una descripción lo más exacta posible de la crisis alimentaria en Venezuela no obstante las dificultades y limitaciones derivadas del silencio del Estado venezolano.

Para los venezolanos, este hueco negro de cifras oficiales es uno de los obstáculos más graves que existen en Venezuela.

El anterior, para implementar los correctivos necesarios y así enfrentar de manera eficaz la grave inseguridad alimentaria.

Con esta política de silencio, el gobierno pretende reforzar, tanto interna como externamente, su prédica de que en Venezuela la vida se ha normalizado.

Sin embargo, esta estrategia nada le dice a la gran mayoría de venezolanos que día a día siguen sufriendo en carne propia los graves efectos de la inseguridad alimentaria.