Abandono: es el término que define lo que ocurre, según el Observatorio en Salud Sexual y Reproductiva (OSAR), con cientos de niñas guatemaltecas que viven en extrema pobreza y olvido por parte del estado.

Se trata del informe Impacto del embarazo en la salud integral de niñas entre 10 y 14 años, que con una muestra inicial de de 20 infantes, plasma una realidad escalofriante, en un sector que debería estar jugando a las muñecas o a las profesiones. En cambio, está criando a sus hijos, si es que han tenido la suerte de sobrevivir, luego de venir al mundo producto de una violación sexual.

“No hay esperanza para estas niñas, debido a que la pobreza en que viven se ha agravado, solo dos continuaron sus estudios, casi la mitad tiene otro hijo, a pesar de no desearlo, y tres de los recién nacidos fallecieron”. Son las palabras de Mirna Montenegro, directora del OSAR, mencionada por el periódico Prensa Libre.

Prensa Libre
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Uno de los casos de muerte, poniendo en tela de juicio el papel de las autoridades, está revestido de una cruda historia. Hace 3 semanas, una madre de tan solo 13 años vio cómo su recién nacido falleció al interior de un bus, cuando lo trasladaba a un hospital especializado de la capital guatemalteca, ya que en otro centro asistencial de Jutiapa, le dijeron que tenía un padecimiento cardiaco y debía ser tratado en ese lugar.

Solo le extendieron una orden de urgencia, pero nunca le brindaron traslado. La familia de la niña madre, tardó seis semanas en juntar el dinero para ir a Ciudad de Guatemala. Cuando lo lograron, era tarde y el bebé murió en el transporte público, ya que también tenía pulmonía. El OSAR, le brinda asistencia psicológica a la menor, quien se culpa de la muerte de su hijo, siendo que el estado es el que debe hacer el “mea culpa”, por el desenlace, según esta organización.

Las otras dos madres acompañadas por este observatorio, han visto morir a sus hijos de enfermedades como microcefalia, debido a los efectos del Zika, la enfermedad transmitida por una variedad local de zancudos.

La situación se agrava, ya que no reciben atención médica sobre salud sexual reproductiva, ni los controles pre y posnatales necesarios para que estén sanas junto a sus hijos. La pobreza y el abandono, se conjugan para su mala suerte.

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Las cifras que se niegan a claudicar

En lo que va de este año, el OSAR asegura que han nacido en Guatemala mil 535 niños. Sus madres tienen entre 10 y 14 años. Otros 21 mil 778 menores, son hijos de adolescentes madres, cuyas edades oscilan entre los 15 a 17 años.

Los casos con mayor incidencia están en Alta Verapaz, Guatemala, Huehuetenango, Quiché y San Marcos. Los lugares y las cifras no son diferentes a los reportados en 2017 y otros años anteriores. Por ejemplo, el año pasado solo en Escuintla, 65 niñas tuvieron que abandonar sus estudios producto de un embarazo.

El OSAR, es categórico al señalar que, pese a que desde 2012 existe una “Mesa de Atención Integral”, todo ha quedado en teoría, porque la práctica, en terreno, les ha dicho de viva voz de sus protagonistas, que no hay programas, controles o seguimiento para las niñas que ahora son madres, producto de una violación o falta de educación sexual.

Los esfuerzos estarían coordinados, en su concepción, por la Secretaría contra la Violencia Sexual y Trata de Personas. (Svet) La idea es brindarles un aporte económico, al menos 8 veces al año, además de controles sanitarios a madres e hijos, pero desde la creación de la mesa, solo han sido inscritas 61 menores de edad. OSAR sitúa en 6.000 las madres con necesidades de esa índole, pero que no reciben nada del estado.

Si bien se apuntan esfuerzos como ese y otras iniciativas estatales, el rango de alcance sigue siendo pobre, como la situación económica precaria que enfrentan las madres niñas de Guatemala, quienes están olvidadas, pese a que tienen, en algunos casos, a más de una boca que alimentar.

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