Comenzó la jornada protagonizando una confrontación entre manifestantes y la terminó arropado por tres expresidentes latinoamericanos: Luiz Inácio Lula da Silva lanzó este lunes su caravana por el sur del Brasil arrastrando la tensión que rodea a los que podrían ser sus últimos días antes de entrar en prisión.

Lo que en principio iba a ser un encuentro con el exmandatario uruguayo José Mujica (2010-2015) en la fronteriza Santana do Livramento acabó siendo una reunión de exlíderes de la izquierda regional, a la que se sumaron su sucesora Dilma Rousseff (2011-2016) y el exdirigente de Ecuador Rafael Correa (2007-2017).

Ante ellos y los centenares de partidarios que se agolpaban en la plaza que ejerce de pacífica frontera en esta ciudad que vive en ‘portuñol’, y se llama Rivera del lado uruguayo y Santana del brasileño, Lula reiteró que no piensa parar ahora.

“Querido Mujica, usted sabe que estoy siendo amenazado con la prisión. Estoy aquí en la frontera y podría dar un saltito a Uruguay, pero no voy a hacerlo. ¿Sabe por qué? Porque estoy tranquilo con mi inocencia y quienes tendrán que salir del país un día son ellos”, aseguró refiriéndose a sus enemigos.

Y, entre los vítores bajo el sol de sus partidarios, el mismo Lula que afirma que si se atreven a detenerle se convertirá en un preso político aún fue más lejos.

“Están las huellas del gobierno estadounidense en todo este proceso mentiroso que está ocurriendo en Brasil”, lanzó enérgico el exlíder sindical de 72 años, vestido con americana azul y camisa roja.

Alternativas

Sentado a su lado, pero ya en territorio uruguayo, le escuchaba sereno Mujica, intercalando los largos sorbos al mate con sus intervenciones a preguntas de Lula, quien le calificó de fuente de inspiración.

Los elogios no evitaron, sin embargo, que el carismático exguerrillero de 82 años usara su conocido hablar franco para pedirle autocrítica a la izquierda e incluso al propio Partido dos Trabalhadores (PT).

“Los cambios no se pueden respaldar en una figura sola, porque mañana no está la figura y la lucha continua. ¡Hay que hacer partido! Suerte que tienen a Lula, pero no lo tendrán eternamente”, advirtió Mujica.

Presidente de Brasil entre 2003 y 2010, el exlíder sindical vuelve a ser el favorito para las elecciones de octubre, pero la admisión de su candidatura parece improbable, después de haber sido condenado en enero en segunda instancia a doce años de cárcel por corrupción pasiva y lavado de dinero.

La corte lo halló culpable de haber recibido un apartamento de lujo a cambio de favorecer contratos de la constructora OAS en Petrobras.

Durante su gira por el sur, que se prolongará hasta final de mes, un tribunal de apelación podría pronunciarse sobre los últimos recursos que, de ser rechazados, podrían conducir a su encarcelamiento inmediato.

Lula, que enfrenta otras seis causas judiciales, se declara inocente en todas y denuncia un acoso judicial para impedir que vuelva al poder.

Pero, aunque implícita durante todo el debate, su compleja situación jurídica solo se abordó al final de una charla en la que Rafael Correa fue el invitado sorpresa.

“Lo que se está haciendo con Lula es gravísimo, como lo que se está haciendo contra Jorge Glas, vicepresidente de la república del Ecuador, encarcelado sin una sola prueba en su contra. Es la judicialización de la política”, lamentó el exmandatario.

Antes, Dilma Rousseff se había referido a las tres etapas del “golpe” que comenzó en 2016 con su destitución y que, según ella, las élites pretenden culminar inhabilitando a su predecesor.

Choque

Inspirada en las caravanas con las que se forjó como ídolo popular, esta es la cuarta gira proselitista de Lula en los últimos meses, tras sus recorridos por el empobrecido noreste, tradicional bastión del PT, y su paso por Minas Gerais y Rio.

Aunque ninguna había tenido un inicio tan convulso como el de este lunes en Bagé, donde unos 200 productores rurales, con banderas de Brasil y sus tradicionales atuendos ‘gaúchos’, hicieron rugir sus tractores frente a una universidad de esta localidad del estado de Rio Grande do Sul.

Un grupo de policías armó un cordón para separarlos de otro centenar de simpatizantes del PT y movimientos de izquierda que aguardaban la llegada del expresidente al son de acordeones.

Unos gritaban “Lula, ladrón, tu lugar es la prisión” y los otros respondían: “Lula, guerrero, del pueblo brasilero”.

El cortejo de la caravana, formado por varios autobuses blancos, entró en la universidad bajo escolta policial y de simpatizantes del PT.

Un incidente que el propio Lula reconoció que le entristeció, aunque no tardó en replicar: “Volveremos”, desafió antes de emprender camino hacia Santana.

El recorrido por los tres estados de la próspera región Sur le llevará por 19 ciudades hasta el acto final del día 28 en Curitiba, centro de operaciones del juez anticorrupción Sergio Moro y de los fiscales de la Operación Lava Jato con los que Lula mantiene una lucha frontal. Una elección que muchos no ven casual.