Alerta de Spoiler
Este artículo podría contener información clave sobre la trama de un libro, serie, videojuego o película.

Más cercana a un documental que al clásico entretenimiento apocalíptico, "Don't Look up" es intencionalmente incómoda, con relevos cómicos más tristes que graciosos, pues cada uno de esos momentos y sus personajes están arraigados firmemente en la realidad... y seguro que a la comunidad científica le está causando "flashbacks de Vietnam".

En esta reseña, si bien no spoileamos la trama, sí hablaremos sobre los personajes y la crítica de fondo que se intenta plantear.

Don’t Look Up está claramente “inspirada” en la discusión en torno a la crisis climática y la pandemia de covid-19, con el negacionismo como enfoque clave desde el título mismo. “No mires arriba, te mienten para que vivas en miedo, no hay nada de qué preocuparse”. Ambas amenazas (el coronavirus y el calentamiento global) son reemplazadas por algo mucho más concreto: un meteorito que se acerca a toda velocidad a la Tierra, con poder suficiente para acabar con la vida como la conocemos.

En el mundo retratado, el peligro es matizado de muchas maneras que ignoran la contundente evidencia científica. Personas atacan al mensajero para cuestionar la ciencia, dudan de la existencia del meteorito, o de la gravedad del peligro, e incluso lo creen pero piensan que tal vez sea realmente una bendición caída del cielo.

Como puede que ya sepas, ese punto de contacto es frente a las costas de Chile, siendo nuestro país mencionado algunas veces durante la película e incluso con escenas explícitas. Curioso, y abierto a interpretaciones, pero anecdótico.

Mucho menos abierto a interpretación es la clara intención detrás del filme dirigido por Adam McKay: retratar la cruda verdad respecto de cómo el mundo, en su conjunto, aborda los grandes desafíos actuales de la ciencia.

Y, para ello, comienza por los científicos mismos, caracterizados por los dos protagonistas: el Dr. Randall Mindy, interpretado por Leonardo Di Caprio, y la candidata a doctora Kate Dibiasky, por Jennifer Lawrence. El primero es un astrónomo que supervisa a la segunda, una aspirante que descubre el cometa y su trayectoria.

Ambos encarnan los problemas de la comunidad científica y de los divulgadores para transmitir sus mensajes al público y a los políticos mientras lidian con sus propias falencias.

Mindy es altamente técnico al hablar, con gran dificultad para simplificar y, que conforme se esfuerza por comunicar la magnitud del inminente peligro, se deja arrastrar por las corrientes más viciadas de los medios: la fama, las redes sociales y la política. Dibiasky, por su parte, se ve especialmente criticada por su “emocionalidad”, siendo ridiculizada por “alarmista” y tachada de “enferma mental” para desacreditar su mensaje.

Ambos son apoyados por el Dr. Teddy Oglethorpe (Rob Morgan), director de la Oficina de Coordinación de Defensa Planetaria de la NASA, la primera autoridad en validar sus datos y que es ignorado junto con ellos por un gobierno claramente inspirado en la administración de Donald Trump, aunque no por ello ignorando el oportunismo político transversal que sólo toma acción cuando es electoralmente oportuno.

El paralelo con Donald Trump y su familia está bastante claro, retratado en la presidenta Janie Orlean (Meryl Streep) y su jefe de gabinete -e hijo- Jason Orlean (Jonah Hill). Ambos ignoran y se mofan de los especialistas, despiden a los científicos que cuestionan su enfoque empresarial frente a la crisis, y actúan bajo criterios puramente electorales o económicos.

Janie incluso replica el baile de Trump en sus mítines con consignas negacionistas y conspiranoicas, por si no había quedado absolutamente clara la parodia.

Jason Orlean, en tanto, es claramente una mezcla de Donald Trump Jr. y Eric Trump. Tiene hasta el peinado, y en un momento incluso se refiere a la “sensualidad” de la presidenta insinuando lo que haría “si no fuera mi madre”, referenciando el momento en que Trump Sr. dijo lo mismo sobre su hija, Ivanka, en 2006.

Susurrando al oído de la presidenta está el multimillonario Peter Isherwell (Mark Rylance), quien es a su vez una amalgama de varias figuras, especialmente Elon Musk, Mark Zuckerberg, Jeff Bezos y Richard Branson.

Se trata de uno de los hombres más adinerados de la historia, dueño de la megaempresa tecnológica BASH, quien esconde sus intenciones meramente mercantilistas detrás de un mensaje intelectual y mesiánico sobre la evolución de la humanidad. Un magnate que ignora la ciencia y a los científicos cuando no se alinean con sus intereses, esgrimiendo promesas de prosperidad y “empleos” reminiscentes de los discursos en torno a las industrias que agravan el cambio climático.

En él se encarna la crítica no sólo hacia los “gurús” tecnológicos, sino hacia los cultos a la personalidad que perdonan sus invasiones a la privacidad y la instrumentalización de la ciencia cuando se toman las decisiones en base a lo que piensan individuos destacados (incluso premios Nobel), dejando de lado el método científico, y el proceso de revisión de pares que realmente genera conocimiento y soluciones.

La película también aprovecha, por supuesto, de repasar a los medios dejándonos muy mal parados, especialmente cuando se intenta “descafeinar” las advertencias más duras de los científicos para darles un enfoque de entretención, o cuando el cargo en que una persona fue designada pesa más que sus méritos reales.

Una crítica similar se hace también a las industrias consideradas más “progresistas”, como el cine y la música, representados en Devin Peters (Chris Evans) y Riley Bina (Ariana Grande). Ambos lucrando con el meteorito con mensajes confusos sin impacto ni sustancia.

Y en medio de todo, las siempre banales redes sociales, llenas de ruido y caldo de cultivo para la proliferación de mensajes negacionistas usados por los Orlean para alimentar su popularidad… hasta que ya es demasiado tarde. “Ni siquiera son tan inteligentes para ser lo malvados que ustedes creen que son”, dice sobre ellos la película.

Ahora, ¿cómo es a nivel de actuación, libreto y dirección? La verdad, es absolutamente secundario frente al contenido de la película (o documental, para algunos). Aquí estamos hablando literalmente sobre el futuro de la humanidad, y sobre lo importante que es estudiar la evidencia, escuchar el consenso científico, y exigir a nuestras autoridades que hagan lo mismo.