La cinta trajo un montón de pensamientos sobre el fin del mundo. Es por eso que BioBioChile habló con los astrónomos José Maza, Liza Videla y Francisca Contreras para hablar de las similitudes de la ciencia y la película.

De seguro no es una historia nueva: Un asteroide se acerca a la Tierra y los humanos buscan la forma de salvar su hogar. Se vio en Armageddon con Bruce Willis y ahora Leonardo DiCaprio y Jennifer Lawrence fueron los encargados de ser dos astrónomos que descubren el fin del mundo en Don’t Look Up.

Todo inicia con la postulante a doctorado Kate Dibiasky (Lawrence) que en medio de su búsqueda de supernovas descubre un cometa que mide hasta 10 kilómetros. El hallazgo lleva celebraciones y risas, hasta que su profesor guía, el doctor Randall Mindy (DiCaprio), analiza los números de la trayectoria y determina que el asteroide chocará con el planeta en seis meses.

Entre el pánico del fin inminente, Mindy y Dibiasky informan sobre la situación a la Presidenta de Estados Unidos, Janie Orlean (Meryl Streep), quien asegura que lo mejor es “calmarse y esperar”.

En su desesperación por informar al mundo, los astrónomos llevan su caso a un matinal, donde el mensaje acaba siendo opacado por memes y personas que tildan a los científicos de conspiranóicos.

Don’t Look Up bajo el ojo de la ciencia

En conversación con BiobioChile, el profesor José Maza, astrónomo de la Universidad de Chile y Premio Nacional de Ciencias Exactas de 1999, elogió una de las primeras escenas de la película, que asegura, concuerda con la realidad del proceso de buscar nuevos objetos en el espacio.

“El descubrimiento del cometa es impecable: están en un observatorio real, están buscando supernovas y en esas imágenes consecutivas dan cuenta que hay un objeto que se está moviendo. Todo es perfecto, es como ocurriría en un observatorio”, aseguró.

“Lo que me parece que es más ficticio es cuando el profesor empieza él en una pizarra a calcular la órbita”, apunta el miembro del CATA.

“Lo que uno hace es enviar la información a un centro internacional, que está alojado en la Universidad de Harvard, y ahí ellos ven si el objeto que uno encontró es algo que ya lo descubrió otro y calculan una efeméride para los próximos 10 días y le informan a todos los telescopios del mundo la existencia del cometa, para así calcular una órbita definitiva”, explica.

“En realidad estas cosas demoran hasta años en ocurrir”, señala por su parte a BiobioChile Liza Videla, astrónoma de ALMA.

“Hay canales de comunicación establecidos. Este tipo de situaciones no queda en conocimiento únicamente de un observatorio o un país: son compartidos con toda la comunidad astronómica y se usan varios telescopios y muchas observaciones para confirmar lo encontrado, y por lo tanto, lo sabe todo el mundo”, menciona.

¿Un planeta en peligro?

De acuerdo al profesor Maza, “hay 15 mil asteroides cercanos a la tierra que son ‘potencialmente peligrosos"”. Según Francisca Contreras, divulgadora científica del observatorio astronómico nacional, esto quiere decir que “son asteroides que pasan en un rango cercano a la Tierra, pero no necesariamente que vayan a impactarla”.

De estos 15 mil hay 1500 que, de acuerdo a Maza, “representan un peligro real para el planeta”. “A esos se les está monitoreando en forma permanente, pero es común que pase un asteroide de un kilómetro a una distancia de un millón de kilómetros de la Tierra, es un fenómeno que pasa siempre”, apunta.

Sobre la posibilidad de que la Tierra sufra el impacto de un asteroide, Videla asegura que es baja, y que la probabilidad disminuye “a medida que aumentas el tamaño del posible objeto que colisione”.

“En realidad, la probabilidad de que algo impacte nuestro planeta es alta, pero típicamente son objetos pequeños, que se desintegran durante su camino a través de nuestra atmósfera: las conocidas estrellas fugaces”, menciona.

“Nuestro Sistema Solar está en su mediana edad, pero en su edad temprana habían muchos objetos dando vueltas en desorden, por decirlo así, y por eso era mucho más probable en esos tiempos, cientos de millones de años atrás, que chocaran objetos grandes en la superficie de los planetas”, agrega.

“Ahora, la película relata un cometa o un asteroide de más de 10 kilómetros, que es gigante. Se estima que el cometa que acabó con los dinosaurios tenía un tamaño estimado de 15 kilómetros de tamaño”, explica, por su parte, Maza.

Contreras destaca que los asteroides de tal tamaño “podrían causar una destrucción masiva en nuestro planeta. En este caso, en la película veíamos que ocurría a través de los tsunamis y terremotos”. En el caso de los dinosaurios, menciona, el asteroide provocó “una nube tan densa que los dejó sin alimentos”, acabando con la vida en el planeta.

Videla concuerda con sus colegas: “Imagino que la película usa ese tamaño porque efectivamente es un tamaño relativamente plausible y es seguro que causaría mucha destrucción si llegara a impactarnos”.

De todas formas, Contreras hace un llamado a la calma, ya que “al menos para los próximos 100 años no esperamos un impacto de tales características”.

Asteroides en la Tierra

De este tipo de accidentes de impactos en el planeta, Maza rememora Tunguska, en Siberia. “Hace más de un siglo cayó un asteroide y botó árboles en un espacio de 100 kilómetros. Se cree que pudo haber sido el núcleo de un cometa que terminó por explotar en el aire”, narra.

“También, hace 7 u 8 años atrás, cerca de una ciudad de Siberia, cayó otro objeto de tamaño pequeño de 25 o 30 metros que produjo daños, sobre todo por la onda de choque”, explica.

Según menciona, estos objetos que caen al planeta entran a 50 mil kilómetros por hora, “muy arriba de la velocidad del sonido”, apunta. “Entonces, el latigazo que se escucha cuando llega al suelo, la onda sonora, destruye”, menciona.

“Pueden caer muchos, pero ya una cosa de 5, 10, 15 kilómetros puede causar un evento que perturbe el clima por muchos años, causando la muerte de la mayoría de los seres vivos como ocurrió hace 66 millones de años”, dice.

Además del asteroide que acabó con los dinosaurios, Maza apunta a otro impacto “aún más violento” que ocurrió hace 230 millones de años, aproximadamente. “Entonces se estima que cada 100 millones de años podría caer un objeto que podría provocar una destrucción masiva: no son frecuentes, pero son devastadores”, concluye.

Plan de defensa planetaria

Hay un momento en la cinta que muchos se tomaron con ironía y fue la aparición de la Oficina de Coordinación de Defensa Planetaria de la NASA. “Sí, realmente existe”, se lee en la pantalla de la película, y es una verdad.

Aquel departamento se dedica a estudiar objetos cercanos a la Tierra, conocidos por su sigla en inglés NEO, los cuales se encuentran a una distancia dentro de los 50 millones de kilómetros del planeta.

En noviembre de este año, de hecho, dieron inicio a la primera misión de defensa planetaria, que busca chocar deliberadamente con un asteroide para desviarlo de su órbita y así, preparar una estrategia ante casos como el de la cinta.

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“Existen astrónomos (as) especializados que se dedican a monitorear el espacio buscando objetos nuevos que se estén acercando a la Tierra. Si se descubre un objeto nuevo, se le hace un seguimiento muy detallado para definir con la mejor precisión posible su trayectoria y saber si debemos preocuparnos por una posible colisión”, señala la científica de ALMA.

“Imagino que los gobiernos de los países más desarrollados tienen planes de cómo podríamos defender el planeta de un choque catastrófico, pero no estoy al tanto de que se haya probado alguno”, añade.

Una crítica social

Los tres astrónomos aseguran que en muchos casos la cinta deja un mensaje directo a la crítica.

Entre ellos, Contreras destaca “la realidad de lo que viven las mujeres y la verticalidad del mundo científico”. Dibiasky fue quien hizo el hallazgo, pero finalmente su profesor guía fue quien quedó como el rostro principal del asteroide.

“Esto mismo se puede ver en el caso de Joselyn Bell, una astrónoma reconocida que fue segunda autora de un premio Nobel, cuando en realidad había sido efectivamente ella quien había hecho este descubrimiento. Hay algunas cosas de género y de cómo funciona la academia que lo retrata muy bien”, apunta.

Maza destaca la poca importancia o atención que se le da a la comunidad científica. “Es una parodia gruesa muy norteamericana, pero que nos indica que las decisiones políticas se toman pensando en cualquier cosa menos en la importancia que tienen los temas”, menciona.

“Esas cosas importantes son por ejemplo el calentamiento global, la destrucción del planeta, pero ellos están pensando en la próxima elección. Los políticos del mundo no le dan suficiente énfasis a las cosas importantes y están farandulizando, están transformando la política: lo que sirve para el matinal, es lo que hacen”, acusa.

El desafío de informar

Es por esto mismo que el grupo de astrónomos apunta a la importancia de la ciencia en la sociedad.

Es muy importante escuchar a las y los científicos, nosotros dedicamos nuestro tiempo y esfuerzo para aprender y entender, entonces es muy frustrante que la opinión pública y quienes toman decisiones políticas se desentiendan de esos conocimientos sólo porque no les conviene o porque no les gustan”, comenta Videla.

“Nos enfrentamos a problemas claros al entregar la información: como siempre hay un interés de la ciudadanía por las noticias más bien superficiales, entonces es difícil competir con el brillo, las luces y la fama”, comenta por su parte Contreras.

“Lo más difícil es que podemos contar algo, pero la gente no tiene un contexto donde ponerla”, explica el profesor Maza.

“La ciencia es como una teleserie larga: si la sigues o has visto pedacitos de ella, cuando alguien te cuenta una escena, puedes ubicarla en la historia. Pero si no la has visto y llego y les cuento una parte crucial de la trama, me van a escuchar, tal vez entiendan ese capítulo, pero no van a tener cómo guardarlo”, se explaya.

“Es por eso que hay que empezar a enseñar desde la base con los niños, para que puedan adquirir elementos de ciencia en su cabeza”, cierra el profesor.