Casi 13 años después, los complejos episodios que Britney Spears protagonizó en 2007 continúan persiguiéndola. Hoy, a sus 38 años, la estadounidense carece del control de su propio dinero y debe conformarse con vivir con 1.500 dólares semanales ($1.152.000, aproximadamente), siempre y cuando su padre y tutor legal lo permita.

Fue durante ese fatídico año en que la cantante sufrió a vista y paciencia del mundo una severa depresión, gatillada por la separación de su entonces marido Kevin Federline, padre de sus dos hijos.

Lo anterior, sumado a un cóctel de adicciones, se tradujo en la perdición de la ex chica Disney: del 2007 son aquellas fotografías de Spears rapada al cero, al igual que el incidente en que terminó golpeando a un paparazzi con un paraguas tres años después de haberse casado en La Vegas con un amigo (después de una intensa noche de juerga).

Ese 2007, también, conocimos el video de una fan que pedía llorando que el mundo dejara en paz a Britney. “Leave Britney alone”, rogaba, al mismo tiempo que recibía las burlas de internet por intentar proteger a su ídola.

A 13 años del hecho, hoy vemos con claridad que la labor de los medios y su entorno fue, por lo menos, errónea. El acoso a la artista, por ejemplo, es sólo comparable con el que sufrió Lady Di en los 90. En esos días, por otro lado, no pocos banalizaban las causas y efectos de la depresión y otros trastornos mentales.

Su exnovio, Justin Timberlake, tampoco dio el ancho. Tal como recuerda la revista Vanity Fair, en febrero de ese año y tras el mediático paso de Spears por una clínica de rehabilitación por sólo 24 horas, tras entonar What Goes Around (Comes Around) (inspirada en su ruptura con Britney) le dedicó a modo de burla el estribillo de Rehab, de Amy Winehouse.

Fueron tantos los incidentes y la exposición acumulada, que Britney tuvo que entregar la custodia de sus hijos a su ex marido. En ese contexto, su padre, Jamie Spears, terminó ofreciéndose como tutor legal hasta que la artista volviera a sus cabales.

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Daily News. Febrero, 2007.

La idea era que la tuición durara un año, pero del hecho ya se cumplen 13. Esto, se traduce en que hoy Spears no tiene control sobre su fortuna ni sus decisiones, así como tampoco de sus entrevistas, sus compras, sus viajes o sus trayectos.

De acuerdo a datos de Forbes, se estima que su fortuna está avaluada en 200 millones de dólares, siendo esta administrada en su totalidad por Jamie. Por este “trabajo”, el susodicho recibe 180.000 dólares anuales como salario, además de la retribución de facturas y arriendos aprobados por un tribunal.

Según un perfil del sumplemento S Moda del diario El País de España, además, el padre cobró 1,5% de las ganancias totales de la residencia de su hija en La Vegas, todo esto en desmedro del patrimonio millonario de Britney.

En 2008, otro tribunal estadounidense resolvió devolverle algo de autonomía a la cantante, otorgándole un pago de 1.500 dólares semanales para que la ella pudiese “disfrutar de más libertad y decidir cómo pasarlo bien”.

Si bien con los años su estado mejoró, en abril de 2019 fue ingresada a una clínica psiquiátrica supuestamente debido a una crisis nerviosa. Con el tiempo, ella aseguró que fue su propio padre quien forzó el ingreso tras no pedirle autorización para ir a un restaurante con su novio.

En septiembre de 2019, su expareja Kevin Federline acudió a la justicia para reducir la custodia de Britney sobre sus hijos, acusando a Jamie de maltratarlos. El juez, finalmente, se lo concedió.

Por todo lo anterior, ha trascendido que Britney desea que sea su madre Lynne -divorciada de Jamie en 2002- su tutora definitiva. Otros, sin embargo, ven en esta alternativa un problema: intuyen que con Lynne a cargo, la cantante vuelva al descontrol del 2007.

En nombre de esta causa resurgió en redes sociales la campaña #FreeBritney (#LiberenABritney, en español), que busca que la artista vuelva a poseer el control de su vida.

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Agence France Presse

En el documental Britney: For the Record (2008), la estadounidense reflexionaba sobre cómo a veces se sentía ignorada: “Siento que no me escuchan, me oyen, pero no me escuchan… No se enteran de lo que les digo. Y estoy triste”, dijo, antes de llorar frente a la cámara.

“Tengo la sensación de que nunca me salgo con la mía, siempre deciden los demás (…). (Mi vida) está bajo demasiado control. No hay pasión ni emoción. Es como el día de la marmota”, recordó.

El año pasado, el abogado Andrew Wallet, que compartía la tutela de Britney con su padre, renunció inesperadamente al vínculo. En sus palabras, debido a un “detrimento substancial, daño irreparable y un peligro inmediato” alrededor de Britney.

También en 2019, por motivos de salud (problemas en su colon que lo obligaron a hospitalizarse), Jamie renunció a la tutela, recayendo esta en el mánager Jodi Montgomery.

Por ahora, el futuro de la cantante es incierto: mientras el movimiento #FreeBritney gana terreno tanto en internet como en las calles, las dudas sobre su tutela se acrecientan. Según sus fans, sólo existe una certeza: tal como en ese “maldito 2007”, Britney no lo está pasando bien.

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