El país europeo pasa por un momento delicado en la producción de este elemento vital de la dieta mediterránea. Árboles con sus flores blancas quemadas, poca agua y malos pronósticos de lluvia en el corto plazo han dado lugar a que los productores tengan que mezclar el producto con aceite de girasol.

Jaén es la capital de la provincia homónima en Andalucía, España. La zona se alza como un punto estratégico en la producción de aceitunas con 66 millones de olivos en las sierras aledañas.

Sin embargo, sus más de 600 mil habitantes sufren de una situación que hace peligrar la industria: hace meses que no llueve, y según meteorólogos es poco probable que se produzcan lluvias intensas hasta el otoño.

“Sin agua no hay aceitunas. Y sin aceitunas la provincia sufre”, comentó el obispo de Jaén, Sebastián Chico, quien encabezó una procesión religiosa donde participaron varios olivicultores, pidiendo que volvieran las lluvias.

Las mayores temperaturas y menores precipitaciones golpean a los olivareros

Embalses como el de Sau, a 100 km al norte de Barcelona, muestran los resultados de las altas temperaturas que han azotado al país europeo, lo cual, combinado con las bajas lluvias, deja en una preocupante situación a los agricultores del olivo como a otras personas del sector.

“La situación es catastrófica”, dijo Juan Luis Ávila, olivarero de Jaén, añadiendo que “este año, no solo peligra la cosecha, sino el fruto de los olivares”.

Máximas de casi 40 grados durante varias olas de calor que han azotado la zona han quemado, literalmente, las flores blancas de muchos olivos. Como resultado, gran parte de las cosechas que suelen recogerse de noviembre a febrero ya se han perdido.

“El olivo puede soportar temperaturas muy altas, pero solo si recibe agua”, añadió Ávila, asegurando que “coseché un 70% menos que en años anteriores”.

Impacto en el precio de los alimentos

Tal como el aumento sostenido de las temperaturas se expresa a nivel mundial, otras zonas de Europa también sufre de los efectos negativos del calentamiento global en sus cosechas de olivos.

Según estadísticas de la Unión Europea (UE), los agricultores del viejo continente produjeron cerca de 2,3 millones de toneladas de aceite de oliva entre 2021 y 2022, mientras que entre 2022 y 2023 van poco menos de 1,4 millones.

Y si bien a España, Portugal e Italia (donde el norte del país sufre de sequía desde hace dos años) las altas temperaturas han pasado la cuenta, los precios no se han disparado más gracias a Grecia, el único país europeo que aumentó su producción de aceite de oliva en la última temporada.

Con todo lo anterior, el aceite de oliva, elemento clave de la dieta de los países cercanos al mediterráneo, ha subido un 50% de media en Europa que hace un año.

Según los datos disponibles a marzo de 2023, los precios de los alimentos en España han subido un 16,5% y en la UE un 19,2%, ambos a doce meses.

Esto ha dado lugar a que los agricultores usen métodos para evitar mayores impactos económicos en el sector: mezclar el aceite de oliva con el de girasol, vendiéndolo “a precio de ganga” aún con la etiqueta de “hecho con aceitunas verdes”.

Y si bien alguien podría creer que es un producto 100% de oliva, la composición del producto queda clara solo cuando se lee la letra pequeña.