Plataformas como Uber y Airbnb, dos de las firmas más conocidas de la llamada “economía compartida”, venían en franco crecimiento y estaban llamadas a cambiar múltiples sectores de la economía. Hasta que se desató la pandemia del nuevo coronavirus.

También Tinder, que gozaba de éxito entre los usuarios que buscaban citas, ha tenido que replantearse su modelo: está planeando mutar hacia las citas virtuales, según diario El País, pero la empresa ha evitado de momento referirse en profundidad a su situación.

En un contexto de amplificada incertidumbre sobre la reacción de los consumidores y el futuro de la economía, estas compañías sufren un drenaje de liquidez inédito, han recurrido a los despidos y reducen sus expectativas de rentabilidad.

Antes de la pandemia, estas compañías gozaban de un “impulso tremendo” en industrias como el transporte, el turismo, el entretenimiento y hasta la indumentaria, según Steve Barr, analista del mercado de consumo de la consultora PwC.

Anteriormente, este experto había predicho que la economía compartida generaría ingresos por 335.000 millones de dólares para 2025.

“Pienso que habrá un cambio muy significativo en el comportamiento del consumidor”, dijo Barr.

Un posible perjuicio para esos pronósticos radica en la desurbanización en algunas ciudades densamente pobladas, un factor importante en el modelo económico de estas plataformas, lo que atenta contra el “estilo de vida” de quienes optan por no ser dueños, apuntó Barr.

Menos viajes, más entregas

En su reporte trimestral, Uber dijo que perdió cerca de 3.000 millones de dólares y que el volumen de negocios de sus viajes en autos había caído alrededor de 80% en abril, lo que derivó en un recorte de 14% de su plantilla de empleados.

El gigante del transporte compartido dijo que ha visto algunas señales de revitalización en las últimas semanas y que su división de entrega de alimentos, UberEats, está teniendo fuertes ingresos.

Sin embargo, según una encuesta de IBM divulgada este mes, más de la mitad de los usuarios de apps de viajes compartidos planean reducir el uso o directamente abandonar esos servicios.

Para el analista Richard Windsor, la “aversión” de los usuarios a este tipo de servicios, que implican subirse a un vehículo con un desconocido, “no se aliviará hasta que haya una vacuna”, según escribió en su blog Radio Free Mobile.

Arun Sundararajan, profesor de la New York University que investiga la economía compartida, dijo que ve lugar para el optimismo en el área de la movilidad.

“Pienso que veremos un cambio hacia un mayor control del espacio personal”, dijo Sundararajan. “Mucha gente se alejará del transporte público en áreas densamente pobladas”, añadió.

Esto podría significar más trabajo para servicios y aplicaciones como Lyft o Uber, también para plataformas de “micromovilidad” a través de la que se comparten bicicletas o monopatines, divisiones que esas compañías también poseen.

Según el investigador, quizá requiera de todos modos más tiempo para una recuperación de los viajes compartidos entre varios pasajeros. Además la crisis sanitaria puede frenar la tendencia a no tener auto.

Reservas en picada

Con la industria de los viajes aplastada, la plataforma líder en el alquiler de habitaciones y apartamentos, Airbnb, despidió al 25% de sus empleados. Las reservas bajaron en algunos casos a la mitad respecto a estimados realizados a comienzos de este año.

Pero el futuro podría no ser tan sombrío para Airbnb, según Sundararajan, por el trabajo que esa compañía ha sabido hacer durante años para generar confianza y lograr que la gente se quede en la casa de un extraño o reciba a desconocidos como huéspedes.

La empresa ya ha presentado un nuevo protocolo sanitario en el que, entre otras cosas, se indica dejar días libres para separar las reservas.

“En cuanto la gente vuelva a viajar, tenderán a buscar espacio donde sientan que tienen el control”, dijo Sundararajan.

“Tal vez no quieran atravesar un concurrido lobby de hotel o quedarse en lugares donde no saben quién estuvo antes”, agregó.

En ese sentido, la firma podría estar mejor posicionada que los operadores hoteleros “porque no se apoya en una alta tasa de ocupación para que su modelo de negocios funcione”.

Seguridad, “la nueva experiencia”

Al igual que en otros sectores de la economía, las empresas que intermedian entre la oferta y la demanda de estos servicios de alojamiento o transporte deberán reconstruir la confianza de los consumidores para que regresen.

Sundararajan dijo que estas compañías arrancan con ventaja, porque durante años han estado trabajando para ayudar a cambiar hábitos de consumo.

Pero Lucas Coffman, experto en economía conductual del Boston College, afirmó que la confianza puede ser un problema, y destacó el sistema “reputacional” que desarrollaron y utilizan la mayor parte de estos servicios.

“También tienes que confiar en todos los que viajaron en tu asiento antes que tú”, dijo Coffman.

Para Barr, el analista de PwC, algunos segmentos de este mundo de bienes y servicios compartidos podrían salir fortalecidos de la crisis, y apuntó a los aviones corporativos o el transporte con chofer en automóviles de alta gama.

“La nueva experiencia será la seguridad”, resumió.

Según Saif Benjaafar, director de la Iniciativa para la Economía Compartida de la Universidad de Minnesota, estas plataformas de servicios ya se han integrado al estilo de vida y se están expandiendo a nuevas áreas, como la medicina y la educación, y esa tendencia “continuará”.

“Creo que la gente se está acostumbrando a la idea de abrir una app y conseguir las cosas en el momento en que las precisan”.