“Se cuenta el milagro, pero no el santo”, advierte de entrada Luis Enrique Galdames, célebre integrante de Illapu que este año debutó como solista de la mano de Canturía de mi Sangre, un disco donde musicaliza poemas de Gabriela Mistral y, de paso, a la propia Premio Nobel de Literatura de 1945, gracias a audios que le fueron conferidos y que develan declamaciones y hasta momentos festivos de la poeta.

Lo anterior ocurre al inicio del disco, en Nocturno, donde la voz de Lucila Godoy Alcayaga declama (y ora) una de sus plegarias más dolientes: “Padre Nuestro que estás en los cielos / ¡por qué te has olvidado de mí! / Te acordaste del fruto en febrero, / al llagarse su pulpa rubí / ¡Llevo abierto también mi costado, / y no quieres mirar hacia mí!”.

Una línea de piano de Claudio González y luego la voz cantante de Galdames acompañan a la artista, cuya voz pareciera olvidada de la memoria colectiva tal como se queja la propia Mistral en su versión del “Padre Nuestro”.

“Este año se están cumpliendo 130 años de su nacimiento, y yo no he visto grandes celebraciones a nivel de estado, ni de la gente. Hay cosas, homenajes, pero no a la altura de lo que merece. Chile siempre ha tenido un rasgo invisilizador en contra de ella”, reflexiona el músico en diálogo con BioBioChile.

“La iconografía, los bustos, las estatuas más feas de Chile le corresponden. De alguna forma, no la hemos puesto en el lugar que requiere, pero además hay una intención de fealdad con su figura, siendo que ella fue una mujer luminosa, de risa contagiosa, de un porte tremendo. Y cuando vas estudiando, te das cuenta por qué en 1922 abandona Chile y prácticamente no vuelve nunca más a vivir aquí… Se le entrega primero el Nobel antes del Nacional de Literatura”, agrega.

La relación entre Galdames y Mistral se remonta 15 años atrás en Mi Niña Golondrina, canción que musicaliza el poema Miedo y que en Canturía de mi Sangre se escucha en la versión en vivo de Illapu.

Aquella es una de las 10 pistas de un álbum que circula hace dos meses en disquerías físicas y digitales y en el boca a boca de la “lectoría silenciosa” de Mistral. “El trabajo ya trae una albricia: un rumor de buenas noticias, porque es un homenaje en sí a ella”, define Galdames.

Roberto Marquez (fundador de Illapu), fue el primer amigo que me apoyó. Él graba el charango, el bombo y la caja en el tema cuatro, que es Dulzura, una canción que hice con mis hijos menores. Hicimos un videoclip en el que participan”, agrega.

Dulzura destaca como una de las glorias de Canturía de mi Sangre: una pieza de tonos nortinos (con la impronta característica de Márquez) donde los hijos de Galdames entonan con no poca visceralidad una declaración de amor incondicional a las madres: “Madrecita mía, / madrecita tierna, / déjame decirte / dulzuras extremas”.

El videoclip, disponible en YouTube y otras plataformas de streaming, muestra parte de esa mezcla melancólica y festiva que Galdames se niega en tildar de “triste”.

El disco será presentado en vivo el próximo sábado 19 de octubre a las 20:00 horas en el Centro Cultural de San Antonio. Y en diciembre, la idea es interpretarlo en vivo en otros escenarios del país, en alternancia con sus labores en Illapu.

Ya casi al final de la lista de canciones, destaca otro “milagro” revelado por Galdames: un audio de Mistral cantando Me he de comer esa tuna, hit del repertorio popular que alguna vez masificó el azteca Jorge Negrete en la era dorada de las rancheras.

“Fue importante, poder cantar con ella o escucharla cantar en Me he de comer esa tuna, por ejemplo: ponerle música, armonía y coro a una melodía que encontramos de ella, donde cantaba en un tono Do Mayor increíble y donde no tuvimos que hacerle nada a la armonía. El disco tiene un valor documental en ese sentido”, sentencia Galdames, que con Canturía de mi Sangre da por finalizado un ciclo artístico y personal sobre la poetisa.