Si “Sin filtro” era un “completo”, “No estoy loca” es un “italiano” (algo un poco más sofisticado), especialmente hecho para mujeres, sin duda un plus en un medio donde el cine es mayoritariamente masculino (no así el cine documental chileno).

La nueva cinta de Nicolás López sigue la lógica de su exitosa “Sin filtro”, estrenada hace dos años con una taquilla que superó los 1.300.000 espectadores.

En el intertanto López realizó “Hazlo como hombre” (que no hemos visto), rodada para México y que se trasformó en la quinta cinta más vista de ese país (sobre los cuatro millones de espectadores).

“No estoy loca” es la historia de Carolina (nuevamente Paz Bascuñán es protagonista) que, viviendo su octavo año de matrimonio (con un gran productor de publicidad), recibe de regalo de cumpleaños (38 años) un auto 4×4 nuevo (marca Honda, uno de los “sponsor”) y dos pasajes para un crucero por las islas griegas para que vaya con quien quiera.

Al día siguiente, en el restaurante donde su marido le pidió matrimonio, éste junto a su mejor amiga le comunican que están enamorados y que esperan un hijo, el mismo día que ella se entera que es infértil, después de dos años tratando de quedar embarazada. Entonces viene la debacle, un intento de suicidio y su internación en la clínica psiquiátrica Edén.

Desde ese momento, “No estoy loca” entra en un área compleja, que nos hace recordar un tanto la cinta “Alma”, de Diego Rougier. Un área donde resulta complejo mofarse o hacer humor con las enfermedades o disfunciones mentales, donde los límites son difusos y las sensibilidades son muy diversas (en mi caso, como con Alma, hay escenas que me resultaron desafortunadas).

A diferencia de “Sin filtro”, en “No estoy loca” hay un esfuerzo –logrado- por generar más empatía con los personajes, por humanizarlos más allá de la rabia, que también aflora aquí, aunque más moderada. También se ve una Paz Bascuñán menos exagerada, mucho más convincente, con un personaje menos caricaturizado.

Con todo lo anterior, “No estoy loca” es una película que no agrede, que no exige, que permite pasar un buen momento y hasta emocionarse, con varios pasajes que pueden ser lacrimógenos, con algunas reflexiones que recordarán (aquí se nos “cae el carnet”) los afiches y postales Village o algún libro de autoayuda.

“Mamá, te quiero pero no me webées más. Te quiero, pero esta es tu hija: loca”, dice Carolina tratando de hacerse cargo de su vida y de sus decisiones.

López tiene grandes puntos a su favor. En un país donde se hacen todos los años algunas buenas películas de ficción, lo que realmente lleva público a las salas son los sketch de televisión llevados a formato cine… Y Nicolás López, con estas comedias bastante livianas que, si bien encantan a muy pocos, a muy pocos también disgustan.

Lo que hace Nicolás López en cine es algo así como un “completo”: casi todos los comemos, es algo que no falla, facilita el “relajo” y la conversación sin densidades, sin “mala onda”. Y si bien otros buscan un cine tipo McDonald´s o Pizza Hut, lo de López siguen siendo los “italianos”, lejos de las propuestas de sus colegas pero con una limitante: McDonald’s puede exportarse como franquicia, mientras que los “italianos” no. En este caso sólo funcionan las versiones locales de la fórmula, adaptadas a la realidad de cada país

“No estoy loca” ya bate records de taquilla, y tiene todos los elementos para hacerlo. Ahora sólo queda comprobar si a las chilenas y chilenos nos gustan más los “completos” o los “italianos”. Aclaremos algo: no es fácil hacer un completo o un “italiano” (con el pan caliente a punto, por ejemplo), y menos hacer una “completada” masiva, muy masiva.