“Porque seguir yendo a la plaza a gritar consignas revolucionarias y a enarbolar banderas con estrellas funciona muy bien como desahogo, pero cuando volvemos a casa seguimos siendo los mismos.” (168)
Javier Argüello (1972), escritor argentino nacido en Santiago de Chile, nos entrega este ensayo sobre el y su familia, donde la memoria y el sentido de pertenencia, de arraigo, como las creencias y convicciones son preocupaciones centrales.
Javier Argüello no busca la verdad, la precisión de los hechos o de los recuerdos, sino que el sentido y valores que tienen en sí las vivencias, la memoria y sus herencias o traspaso de generación en generación al interior de la familia. Es una búsqueda valiente, profunda sobre dolores y dasarraigos, creencias y decepciones, triunfos y derrotas. Y sobre motivaciones íntimas, vitales.
“No era sólo la irrupción de un Gobierno autoritario, era la sensación de que ese sueño que durante tanto tiempo se había perseguido era en gran parte impracticable, que más allá de que unos militares hubieran venido a truncarlo, había debilidades intrínsecas que le impedían tenerse en pie”, afirma el padre el autor. (143)
Javier Argüello plantea la memoria como una verdad individual y grupal -en este caso su familia- que se transforma en una verdad constituida de experiencias propias como de los relatos -de sus padres en este caso- de terceros que terminan constituyendo un todo cambiante, en la medida que se indaga y se cuestiona, que permite tomar posición en el presente y mirar de frente el futuro.
Lo anterior se ve fuertemente influenciado por las historias -tan diferentes y, al mismo tiempo, complementarias- de sus padres como por los momentos políticos que viven, como son, por ejemplo, el triunfo de Allende y la Unidad Popular, el Golpe de Estado y la dictadura chilena.
“La historia de las dictaduras y de los destierros esconde siempre desgarros mucho más sutiles que generalmente se ocultan bajo el peso del contexto, pero lo cierto es que la vida se juega más en esos detalles que en los acontecimientos recopilados en los libros de texto.” (153)
Como escribe el autor, no les faltaba nada, pero vivían sin esperanza, con “una nostalgia de futuro.” (143)
En Ser rojo confluyen muchas capas de memoria, de vivencias y sueños que se superponen, de conflictos y las fracturas que provocan en sus protagonistas.
“Las palabras exiliado, opresión, preso político, dictadura, tienen una carga muy concreta y muy honda, y nunca debieran ser usadas a la ligera. Mi madre siempre se encargó de recordármelo.” (151)
Ser rojo es una invitación a las y los lectores a mirarse, a escudriñar en sus propias historias y herencias familiares. Una invitación a visitar las memorias familiares y personales desde el intelecto, los sentimientos y las emociones, desde los mitos, los traumas y los sueños.
“Porque la única forma de luchar contra el mal es trabajando por el bien. Cualquier lucha contra cualquier mal no hace más que alimentar el mal…” (156)
Ser rojo es un viaje inteligente, bien escrito, amable, emotivo, que invita de manera esperanzadora a mirar el presente con sus incertidumbres desde una mirada crítica a partir de las historias personales y familiares y, por supuesto, desde las convicciones y sueños.
“Mientras sigamos siendo los mismos el mundo seguirá siendo el mismo” (168), afirma, invitación a involucrarse y cambiar.
Ser rojo
Javier Argüello
Penguin Ramdon House
Barcelona, mayo de 2020