Dos explosiones en el aeropuerto de Bruselas y un tercer ataque registrado en una estación de metro de la misma ciudad belga, dejaron una treintena de muertos y cientos de heridos la jornada de ayer.

Tras el hecho, el diario británico The Independent y otros medios europeos dieron a conocer una radiografía de una de los heridos del ataque terrorista, donde se ve un clavo de unos 7 centímetros incrustado en el pecho de la víctima, cuya identidad se desconoce.

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La imagen fue tomada por el Hospital Militar de Neder-over-Heembeek, al norte de Bruselas, donde llegaron varios de los afectados.

Cabe destacar que los informes preliminares entregados por las autoridades de Bégica señalaban que al menos una de las bombas tendría clavos, por lo que no es tan raro lo observado en esta impactante imagen de rayos X.

Recordemos que uno de los sospechosos de los atentados de Bruselas continúa prófugo, según declaró la Fiscalía de Bélgica en una conferencia de prensa. El ente persecutor confirmó que hay 31 víctimas fatales y más de 200 heridos, cifras que podrían aumentar con el transcurrir del tiempo.

El segundo dato entregado fue la participación de los hermanos Ibrahim y Khalid El Bakraoui en los atentados suicidas. El primero estuvo en el ataque al aeropuerto y el segundo colaboró en las explosiones a la estación de metro Maelbeeck.

De igual forma, la Fiscalía aún no ha logrado identificar a quienes acompañaron a Ibrahim El Bakraoui en los ataques al aeropuerto, uno de los cuales logró huir con vida, luego de que la maleta con explosivos que portaba no estallara.

El fiscal Frédéric Van Leeuw también señaló que el bolso que encontraron con explosivos, era potencialmente el más dañino, por lo que la tragedia pudo haber tenido efectos peores.

La radiografía que pudo haberle salvado la vida al presidente estadounidense William McKinley

Aunque la radiografía tiene sus riesgos y la exposición prolongada a ésta puede traer consecuencias negativas para la salud, la radiografía ha sido fundamental en la historia de la medicina.

Un caso emblemático es el del vigésimo presidente de Estados Unidos, William McKinley, quien el 6 de septiembre de 1901 recibió dos disparos por parte del anarquista Leon Czolgosz, quien escondió un révolver bajo un pañuelo en su mano.

Mientras una de las balas hirió su hombro, la otra perforó su estómago, colon y uno de sus riñones, para luego quedar atrapada en su espalda.

Si bien el primer proyectil se le pudo extraer, los doctores no pudieron encontrar el segundo. Aunque en la misma feria donde participó McKinley días antes (y donde recibió el disparo). se había dado a conocer la primera máquina de rayos X con la que habrían podido hallar la bala fácilmente, los médicos prefirieron no usarla, temiendo sus consecuencias.

Ya el 12 de septiembre el presidente parecía mejorar, pero su salud declinó esa misma tarde y falleció dos días después debido a una gangrena provocada por la bala alojada.

Finalmente, Czolgosz -autor de los disparos- fue condenado a la pena de muerte, siendo electrocutado en la cárcel de Auburn el 29 de octubre de 1901.