“Después de matricular a mi hijo en la U con gratuidad lloré todo el camino de alegría” escribe Marcelo, inspector de colegios de Maipú. A mi también me da muchísima alegría, pero también indignación, puesto que ideologismos y mezquindad impidieron que aquella llegase junto con la democracia. Me indigna más que por los mismos motivos esta alegría alcance hoy sólo a un cuarto de los nuevos matriculados, y a la mitad de los que ya estudian en universidades estatales, en circunstancias que con los fondos asignados en el presupuesto 2016 a becas y crédito con aval del Estado (CAE), podría alcanzar hoy a casi tres cuartos de todos los estudiantes de educación superior. No entiendo porqué no lo hacemos.

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