El brutal ataque del Estado Islámico en París el viernes, me desbarató el tema de esta crónica enfocada en la impactante desideologización de los pueblos del mundo y sus efectos de sumisión de las personas que por muy poca retribución venden lo que en realidad les debiera importar mucho, es decir, repiten la historia bíblica del pobre goloso Esaú que vendió su primogenitura por un misero plato de lentejas, pero una vez más lo que es urgente le quita el puesto a lo que es importante sobre todo por el impresionante sincronismo que articuló los hechos como si una inteligencia extra humana hubiese querido jugar con los destinos.

Fíjese que usted que el feroz ataque terrorista se produjo a pocas horas de que el Presidente de Francia François Hollande anunciara el envió de su portaaviones Charles de Gaulle apoyado por toda una flotilla de buques de guerra franceses hacia las costas se Siria para atacar desde el mar a los terroristas del Estado Islámico.

El anuncio de Francia provocó de inmediato la protesta indignada del gobierno Sirio y el Presidente Bashar al-Asad anunció dramáticamente que una intervención militar de Francia en Siria sin la autorización ni de las Naciones Unidas ni del propio gobierno sirio constituiría un acto de guerra al que su país iba a responder.

Resulta así una especie de rima, una trágica simetría entre el belicismo de Francia, la advertencia de Siria y a las pocas horas la declaración de François Hollande de que su país está en guerra, pero las coincidencias, los fatídicos efectos y sus causas van mucho más allá.

Escucha la crónica completa de Ruperto Concha a continuación: