Los choques más violentos desde el principio de las manifestaciones prodemocracia en Hong Kong hace dos semanas opusieron la noche del martes y la mañana del miércoles a manifestantes y policías, que practicaron decenas de detenciones.

Los manifestantes se enfrentaron a primeras horas de la mañana del miércoles a cientos de policías que intentaban desalojarlos de las barricadas que acababan de levantar en una importante avenida cercana a la sede de gobierno, presenció un periodista de la AFP.

Los policías, con cascos y escudos antidisturbios, rechazaron a puñetazos y porrazos a los manifestantes que se habían desplegado para proteger sus paraguas, emblema del movimiento de protesta. Los policías también utilizaron gas pimienta.

La policía anunció la detención de 37 hombres y ocho mujeres. Tras una hora de enfrentamiento, la policía recuperó el control de Lung Wo Road, carretera cercana a la sede del jefe del Ejecutivo hongkonés, Leung Chun-ying.

Hubo algunos manifestantes golpeados, y heridos en ambos bandos, constató la AFP.

Periodistas también fueron agredidos por las fuerzas policiales. Uno de ellos, Daniel Cheng, el reportero de un portal digital, fue liberado con cortes y contusiones tras comprobar las fuerzas policiales su identidad.

Los jóvenes militantes dijeron a la AFP que habían decidido ocupar esa estratégica avenida después de que la policía consiguiera echar a los que protestaban en otra arteria de la ciudad.

“Hemos decidido tomar esa avenida en represalia”, declaró Jeff Wong, de 30 años. “El gobierno rechaza hablar con nosotros, así que vamos a continuar ocupando las calles hasta que obtengamos un verdadero diálogo” añadió.

Los manifestantes empezaron a colocar barreras metálicas, bloqueando el tráfico en esa vía, que va de este a oeste, bordeando varios edificios gubernamentales, hasta que se produjo la intervención de las fuerzas de seguridad.

Los manifestantes, que desafían la tutela china, exigen elegir libremente al próximo jefe del ejecutivo de Hong Kong en las elecciones de 2017, demanda a la que se opone Pekín, ante el temor de que el contagio reivindicativo se extienda a otros territorios conflictivos.

Hartazgo entre los habitantes de Hong Kong

El bloqueo de las calles epicentro de la protesta ha perturbado gravemente la actividad cotidiana de este enclave semi-autónomo situado en el extremo sur de China, así como la de sus más de siete millones de habitantes.

El ya conocido como “movimiento de los paraguas”, iniciado el 28 de septiembre, se ganó en un principio la simpatía de los hongkoneses, pero los continuos atascos y el cierre de escuelas y comercios ha vuelto a muchos en contra de los manifestantes.

Durante los últimos días se han registrado altercados, en ocasiones violentos, que han enfrentado a manifestantes y a personas que se sospecha podrían ser matones de las triadas (la mafia china), acusados de actuar espoleados por las autoridades del gobierno central de Pekín.

Manifestantes en llanto

Pero la protesta se extingue progresivamente y los manifestantes ven impotentes cómo la vida en las calles de Hong Kong vuelve a su curso.

Violentos choques opusieron asimismo a manifestantes y hombres sospechosos de ser matones de las tríadas (mafia local), acusados por el movimiento prodemocracia de actuar por cuenta de la autoridades.

En un esfuerzo por reducir el territorio en manos de los manifestantes, cientos de policías empezaron a destruir el martes los amasijos de acero, plástico y madera amontonados en dos de los tres lugares ocupados.

La policía advirtió de pronto le tocará a Mongkok, en la parte continental de Hong Kong, las operaciones de desmantelamiento.

Los manifestantes, algunos de ellos en lágrimas, no han opuesto resistencia a las operaciones de la policía.

“Nos vamos porque no tenemos medios para resistir, pero no abandonaremos nuestra lucha”, ha espetado una joven al borde de las lágrimas.

Un sondeo publicado este martes por la Universidad de Hong Kong indicó que el índice de popularidad del jefe del ejecutivo local, Leung Chun-ying, había caído un 2,6 % desde finales de septiembre hasta el 40,6 %, el segundo porcentaje más bajo desde su llegada al poder en 2012.