Llega el otoño y junto con las lluvias y la baja en las temperaturas, es común en ciertas personas que su ánimo experimente algunas variaciones. ¿La razón? puede que estés padeciendo el denominado Trastorno Afectivo Estacional (TAS).

Se trata de un tipo de depresión que se manifiesta especialmente en la época del año cuando termina la época estival y comienzan los meses de otoño-invierno, que puede afectar tanto a jóvenes y niños, como también a los adultos.

Según publica la Biblioteca Nacional de Medicina de Estados Unidos, los síntomas del TAS se presenta en la medida que se alejan los meses de verano y comienza a disminuir la cantidad de horas de luz en el día. Por lo anterior, cuando inicia la época estival disminuyen los síntomas.

Al respecto, algunos estudios han concluido que quienes viven más lejos de la línea del Ecuador tienen mayores probabilidades de desarrollar el TAS.

De acuerdo a la revista especializada Kids Health, este trastorno tiene que ver con la respuesta del cerebro a la baja exposición a la luz, pero aún no se ha logrado determinar qué provoca esa respuesta. Sin embargo, los investigadores sospechan de dos sustancias químicas propias del cerebro, la melatonina y serotonina, tendrían relación con este trastorno.

Esto último, puesto que ambas hormonas regulan los ciclos de sueño, la energía y el estado de ánimo. Por lo tanto, al disminuir la cantidad de luz en el ambiente, estas sustancias sufren un desequilibrio en su producción, aumentando la serotonina presente en el organismo lo que está directamente asociado al cambio en el ánimo.

La principal diferencia en relación a otros tipos de depresión, tiene que ver fundamentalmente con que sus síntomas permanecen durante los meses de invierno.

Si bien no todas las personas que sufren el TAS padecen las mismas señales, éstas se resumen en diez síntomas que pueden evidenciarse de forma leve o grave:

- Tristeza, ansiedad o sentimientos de “vacío” durante al menos unas dos semanas

- Sentimientos de desesperanza y/o pesimismo

- Sentimientos de culpa, inutilidad o impotencia

- Irritabilidad, desasosiego

- Pérdida de interés en actividades que antes solía disfrutar, perdiendo interés en reunirse con amigos o eventos sociales

- Cansancio y disminución de energía sin una razón aparente

- Dificultad para concentrarse, recordar detalles y tomar decisiones

- Dificultad para dormir o dormir demasiado, lo que se evidencia en dificultades para levantarse por las mañanas

- Cambios de peso, especialmente por la tendencia a aumentar el consumo de azúcar que a la larga implica engordar

- Pensamientos de muerte o suicidio

Cabe precisar que el diagnóstico del trastorno afectivo estacional sólo lo pueden realizar especialistas del área de la salud mental, para descartar que se trate de alguna otra enfermedad como hipotiroidismo, hipoglucemia, o mononucleosis.

Respecto al tratamiento, generalmente se recurre a una terapia de luz o conocida como fitoterapia, además de medicamentos que ayuden a disminuir la cantidad de serotonina en el organismo.

Pero también se recomiendan establecer horarios de sueño, realizar actividad física y aumentar el consumo de cereales y otros alimentos que aporten energía.