La final de la Liga de Campeones el sábado entre el Bayern de Munich y el Borussia de Dortmund será un duelo entre el “viejo sabio” Jupp Heynckes y el “joven gurú” Jürgen Klopp, dos entrenadores con estilos y trayectorias muy diferentes.

A sus 68 años, Jupp Heynckes sueña con la apoteosis en el crepúsculo de una carrera en la que ganó casi todo como jugador y como técnico.

Como delantero centro del Borussia Moenchengladbach, ganó cuatro veces la Bundesliga y una vez la Copa de la UEFA, en 1975. Con la selección alemana fue campeón de Europa en 1972 y del mundo en 1974.

Como entrenador ganó tres ligas con el Bayern, la última de ellas este año, y una Liga de Campeones con el Real Madrid en 1998.

En 2004, Rudi Assauer, entrenador del Schalke 04, lo daba por perdido para el fútbol de alto nivel tras su cese del club, sentenciándolo con la frase: “Jupp es un futbolista de la vieja escuela”.

Sin embargo, el Bayern lo sacó de su jubilación en 2009 para que entrenara al conjunto muniqués cinco jornadas, en reemplazo de Jürgen Klinsmann.

Con el ánimo renovado, Heynckes fichó poco después por el Bayer Leverkusen, al que clasificó para la Liga de Campeones, antes de volver al Bayern por la puerta grande en 2011.

Aunque la jubilación definitiva parece cerca, ya que la próxima temporada será reemplazado por Pep Guardiola, Heynckes se marchará al menos con dos récord en el bolsillo: el del campeón de Bundesliga más precoz de la historia, a seis jornadas del final, y el del ganador con más puntos (91).

Pero sobre todo podrá lograr este año un triplete inédito en el fútbol alemán, si gana la final de la ‘Champions’ el sábado contra el Dortmund y la final de la Copa de Alemania el 1 de junio contra el Stuttgart.

Ante él tendrá en Wembley a Jürgen Klopp, un valor en pleno ascenso a sus 45 años.

Klopp, delantero en segunda división con el Maguncia, debutó como entrenador en este club y lo hizo subir a la máxima categoría del fútbol alemán por primera vez en su historia en 2005.

Sus energía y sus resultados le valieron fichar en 2008 por el Borussia de Dortmund, campeón de la Bundesliga en 2011 y 2012.

El temperamento fogoso de Klopp, que celebra los goles de su equipo con carreras y moviendo frenéticamente los brazos, está en las antípodas del flemático Heynckes, no obstante conocido por su firme autoridad.

En el banquillo, los dos se caracterizan por su capacidad de sacar lo mejor de sus jugadores.

Heynckes tiene el gran mérito de haber aglutinado a sus hombres en torno a los objetivos deportivos, sin permitir ninguna interferencia de los problemas de ego, muy presentes en el club bávaro.

Así, la competencia por el único puesto de delantero centro titular, entre Mario Mandzukic, Mario Gómez y en menor medida Claudio Pizarro, nunca degeneró en psicodrama, como era de temer en un club que se ha ganado el mote de “FC Hollywood”.

Por su lado, Klopp puede presumir de haber hecho florecer jugadores casi desconocidos como Robert Lewandowski, autor de cuatro goles en la semifinal de ‘Champions’ contra el Real Madrid, y haber hecho madurar a Mats Hummels, Mario Götze y Marco Reus.

Al técnico del Dortmund le gusta aplicar una serie de máximas sencillas: ser optimista, pasarlo bien jugando, trabajar y aprovechar los puntos fuertes, sin tomarse nunca demasiado en serio.

En cuanto a la estrategia, los dos equipos aplican un 4-3-2-1 intenso, con una presión importante, y una circulación rápida del balón excelente para el contraataque.

El parecido entre los dos equipos es tal que en febrero Klopp acusó al Bayern de haber copiado su estilo de juego.

Heynckes salió al paso, acusando a su colega de falta de “grandeza” en la derrota, y recordándole que el Bayern lleva en la cumbre del fútbol “desde antes que Klopp fuera entrenador”, gracias a “su propio estilo de juego”.

Klopp acabó disculpándose, y Heynckes hizo borrón y cuenta nueva. La final del sábado en Wembley decidirá definitivamente su pulso.