Hace 24 meses que asumió el primer gobierno de centro derecha en el país, después de casi 50 años, Sebastián Piñera llegó a La Moneda para cambiar la pauta de los chilenos y mantenernos más de un día hablando sobre el gobierno, sus viajes o tradicionales frases célebres.

¿Qué estamos dispuestos a hacer para agradar? Compleja pregunta, considerando que para muchos es algo tan innato como respirar. Según Catholic, el carisma es el don de la “gracia” entregado por obra del Espíritu Santo.

Y este es un don que -lamentablemente- no todos tenemos. Un claro ejemplo es el falso carisma de Piñera, quien no logra convencer en absoluto a la ciudadanía. No importa lo que diga o haga, ni por más anecdótico que intente sonar, siempre causa gran controversia.

El bajo nivel de aprobación en las encuestas lo evidencia: apenas llega a un 33% de apoyo contra un 58% de desaprobación, según la encuesta Adimark correspondiente a febrero.

Tal vez por lo multifacético, o simplemente no estamos acostumbrados a un presidente que sea empresario, inversionista, político, que duerma en mediaguas, juegue a la pelota, maneje helicópteros, entre otras cosas, y ello genera anticuerpos.

A esto se suman los continuos lapsus, impases y demases de Piñera, los que rápidamente se han convertido en lo más comentado en redes sociales. Frases como “váyase a vivir con un familiar “, “mejorando la raza” y “maldad en el alma”, son sólo algunas de las “piñericosas” más recientes.

Pese a la crisis internacional, la reconstrucción y a la caída del Producto Interno Bruto, existen obras concretas, tales como el Voto Voluntario, Posnatal de 6 meses, Bono por hijo, Becas Vocación Docente, el Sernac Financiero y el descuento del 7% a los jubilados. ¿Entonces qué falta?

Se ha avanzado. Sin embargo, hay cosas que restan para la suma, una disonancia entre el fondo y el acto, hace pensar en una venta de los principios con tal de obtener mayores dividendos.

La ausencia de un conglomerado unificado y de acuerdos al interior de la Alianza, sumado a una suerte de sometimiento ante las encuestas, perjudican de manera evidente la percepción ciudadana sobre el gobierno.

No en vano el presidente Sebastián Piñera, durante una entrevista en Tolerancia Cero, señaló que le duele cuando las encuestas no ofrecen los resultados que uno quisiera.

Algunos de los controvertidos temas que han causado divisiones políticas son: la solicitud presentada por parte de parlamentarios de la UDI para la rebaja o eliminación del impuesto al combustible, el sistema binominal y el Acuerdo de Vida en Común.

Claro está, el gobierno no se caracteriza por tener un amplio respaldo social, ya sea por el discurso pauteado o la ausencia de un liderazgo. En contraposición, un político es carismático cuando logra llegar a la gente, se comporta con naturalidad, demuestra que es un ciudadano más y cautiva a la ciudadanía, la que respalda su actuar.

No obstante, en ocasiones podemos olvidar que un Presidente no tiene por qué ser empático o cautivador: importa su trabajo y que sea un buen gobierno. Como tristemente recuerda la historia del siglo XX, un líder puede ser carismático, pero también llevar acabo las barbaries sociales más monstruosas, algo que podemos agradecer no sea una de las tantas cualidades de nuestro Presidente.

Daniela Soto es estudiante de periodismo de la Universidad de Concepción. Actualmente realiza su pasantía en BioBioChile.