El contratista estadounidense Alan Gross, condenado en Cuba a 15 años de prisión por espionaje y excluido de un indulto otorgado por el presidente Raúl Castro, afirmó que si fuera liberado le gustaría “regresar” a la isla, contó este jueves una líder judía que lo visitó.

“Si pudiera regresar a mi país desearía poder regresar a Cuba. He recorrido casi toda la isla, solo me falta Pinar del Río (extremo oeste)”, dijo Gross, según relató la presidenta de la Casa de la Comunidad Hebrea de Cuba, Adela Dworin.

Dworin y otro dirigente de la Comunidad visitaron a Gross, quien es judío practicante, el lunes durante “dos horas” en el hospital Carlos J. Finlay de La Habana, donde permanece recluido cumpliendo su condena, según contó ella a la AFP.

Gross, de 62 años, detenido el 3 de diciembre de 2009 en La Habana, no fue incluido entre los 86 presos extranjeros de 25 países que el presidente Castro indultó el viernes por razones humanitarias, según confirmó a la AFP la cancillería cubana.

También fueron indultados 2.991 presos cubanos, siete de los cuales estaban en la cárcel por motivos políticos, según la ilegal Comisión Cubana de Derechos Humanos y Reconciliación Nacional.

Dworin dijo que no abordó el tema del indulto con Gross pero que el contratista estaba al tanto de no haber recibido ese beneficio, porque “lee mucho” y “está muy bien informado”.

“Seguramente está decepcionado, pero eso lo dirá él. Yo lo encontré bastante bien de salud, más recuperado, un poquito más animado y esperanzado”, explicó la líder judía, que ha visitado al contratista tres veces, siempre acompañada por el vicepresidente de la Comunidad, David Prinstein.

Estados Unidos dijo el sábado estar “profundamente decepcionado” porque Gross fue excluido del indulto.

Según Dworin, el contratista le explicó también que ha recuperado peso, y ahora está en 73 kilos, que su “presión arterial es normal”, que camina “cinco millas (unos 8 kilómetros) diariamente” y hace “ejercicios”.

Gross fue condenado a 15 años de cárcel acusado de entregar equipos de comunicación satelital a opositores cubanos para crear una red clandestina en un plan “subversivo” de Estados Unidos con el fin de “destruir la revolución”, según La Habana.

Washington, que exige su liberación incondicional, lo reconoce como empleado de la empresa Development Alternatives, contratada por la Agencia para el Desarrollo Internacional, que depende del Departamento de Estado, pero sostiene que suministraba celulares y otros equipos a grupos judíos cubanos para ayudarles a comunicarse con el exterior.