Millones de cristianos celebraron la Navidad en el mundo entero este domingo, día del tradicional mensaje papal “urbi et orbi”, marcado no obstante por varios atentados mortales contra iglesias en Nigeria.

En un día soleado, con temperaturas relativamente elevadas para esta época del invierno boreal, decenas de miles de personas de numerosos países aclamaron al pontífice, al grito de “¡Viva el Papa!” o “¡Benedetto!” (Benedicto en italiano) en la plaza San Pedro del Vaticano. El pontífice, de 84 años de edad, pronunció su mensaje sentado en un balcón que da a la plaza.

Durante la ceremonia, transmitida por televisión al mundo entero, Benedicto XVI deseó a quienes lo escuchaban la “feliz Navidad” en 65 idiomas.

El sábado por la noche, durante la misa del gallo, Benedicto XVI había exhortado a abandonar los “destellos” de la sociedad de consumo y “la soberbia” de la razón “liberal” para dejarse seducir por la humildad y el mensaje pacifista de Jesús.

“Que el Señor (…) socorra a la humanidad afligida por tantos conflictos que todavía hoy ensangrientan el planeta”, por ejemplo “alentando a la reanudación del diálogo entre israelíes y palestinos”, dijo el Papa este domingo.

También rogó a Dios que “haga cesar la violencia en Siria, donde ya se ha derramado tanta sangre”, dijo el Papa, quien también lanzó un nuevo llamado a la “solidaridad” con los pueblos del Cuerno de África.

No obstante, en este día de celebración, también se produjeron atentados contra iglesias cristianas en Nigeria, que dejaron al menos 32 muertos.

El pontífice no se refirió a Nigeria, pero el portavoz de la Santa Sede, Federico Lombardi, estimó que el más mortífero de estos atentados, “precisamente el día de Navidad (…), busca suscitar y alimentar más aún el odio y la confusión”.

En Madalla, cerca de Abuja, al menos 27 personas murieron en una explosión contra una iglesia católica, al final de la misa de Navidad, indicó un sacerdote.

El grupo islamista Boko Haram, que ya había reivindicado varios ataques sangrientos contra varias iglesias cometidos el 24 de diciembre de 2010, reivindicó este atentado.

En Filipinas, único país cristiano de Asia, junto con Timor Oriental, donde un temporal dejó 2.000 muertos y desaparecidos a mediados de diciembre, decenas de miles de personas pasaron Navidad en centros de acogida.

En Belén, monseñor Fuad Twal, de 71 años y principal autoridad católica romana en Tierra Santa, ofició la misa del gallo en la iglesia de Santa Catalina, al lado de la basílica de la Natividad, en presencia del presidente de la Autoridad Palestina, Mahmud Abas, y de miles de fieles.

Durante las fiestas navideñas, el ejército israelí aligera las medidas de seguridad para facilitar el tránsito por los puntos de control de los peregrinos cristianos, entre los que hay palestinos de los territorios ocupados y árabes israelíes.

Refiriéndose a las revoluciones árabes, Twal llamó a orar “por el restablecimiento de la calma y la reconciliación en Siria, Egipto, Irak y el norte de África”.

En su mensaje navideño del pasado miércoles, monseñor Twal había dicho estar “preocupado” por los cristianos de Oriente.

En Egipto y en Túnez, donde las revueltas populares pusieron fin a décadas de dictaduras “laicas”, los partidos islamistas se erigen como los grandes vencedores, cosechando en las urnas el fruto de las revueltas. En Libia y en Siria, también resurgen los islamistas.

En Irak, cientos de fieles concurrieron a una misa en la catedral de Bagdad, vigilada por decenas de miembros de fuerzas de seguridad iraquíes, 14 meses después de la matanza de la catedral siriaca católica de Bagdad.

El 31 de octubre de 2010, un comando armado atacó esta catedral en plena misa, y se enfrentó durante varias horas a las fuerzas de seguridad, causando la muerte de 44 fieles, dos sacerdotes, siete miembros de las fuerzas de seguridad murieron en esta operación y los miembros del comando.

Por su parte, el duque de Edimburgo, de 90 años, esposo de la reina Isabel II de Inglaterra, no pudo participar este domingo por primera vez en las celebraciones de Navidad a las que tradicionalmente asiste toda la familia real, por seguir hospitalizado.