El papa Benedicto XVI advirtió este jueves que la crisis económica que sacude a Europa es ante todo “ética” y reconoció que los europeos no cuentan con “la fuerza que los motive” para hacer sacrificios al recibir al colegio cardenalicio por las fiestas de Navidad.

“En este final del año, Europa se encuentra en una crisis económica y financiera que, en última instancia, se funda sobre la crisis ética que amenaza al Viejo Continente”, aseguró el Papa ante los purpurados de la Curia Romana congregados en la elegante Sala Clementina del Vaticano.

“Aunque no están en discusión algunos valores como la solidaridad, el compromiso por los demás, la responsabilidad por los pobres y los que sufren, falta con frecuencia, sin embargo, la fuerza que los motive, capaz de inducir a las personas y a los grupos sociales a renuncias y sacrificios”, subrayó.

“La voluntad no sigue siempre la misma pauta. La voluntad que defiende el interés personal oscurece el conocimiento, y el conocimiento debilitado no es capaz de fortalecer la voluntad”, agregó.

“¿Dónde está la luz que pueda iluminar nuestro conocimiento, no sólo con ideas generales, sino con imperativos concretos?”, se interrogó el Papa al ilustrar las razones por las que lanza “una nueva evangelización” para el mundo.

El pontífice, de 84 años, que aparece con el rostro cansado desde hace una semanas, lo que ha generado rumores sobre sus condiciones de salud, saludó a los cardenales uno por uno para desearles una feliz Navidad.

“Algunos de ustedes están al límite de sus fuerzas, otros, de edad avanzada, sienten el peso de los años y experimentan el dicho popular: vivir no es siempre una poesía”, comentó.

El Papa mencionó los viajes que realizó a lo largo del año 2011, entre ellos a su natal Alemania, a Benin, en Africa y a Croacia.

También recordó en particular la Jornada Mundial de la Juventud, celebrada en agosto pasado en Madrid, España, a la que resumió como una “medicina contra el cansancio de creer” por el entusiasmo demostrado por los jóvenes.

“Hablamos lenguas diversas y tenemos diferentes hábitos de vida, diferentes formas culturales y, sin embargo, nos encontramos de inmediato unidos, juntos como una gran familia. Se relativiza la separación y la diversidad exterior”, subrayó.

El pontífice habló también de los problemas internos de la Iglesia, del estancamiento de las vocaciones, del escepticismo y la incredulidad.

“No sólo los fieles creyentes, sino también otros ajenos, observan con preocupación cómo los que van regularmente a la iglesia son cada vez más ancianos y su número disminuye continuamente; cómo hay un estancamiento de las vocaciones al sacerdocio; cómo crecen el escepticismo y la incredulidad. ¿Qué debemos hacer entonces?, se interrogó.

“Hay una infinidad de discusiones” sobre lo que se debe hacer para dar mayor vitalidad a la Iglesia, reconoció.

“Si no encontramos una respuesta para ella, si la fe no adquiere nueva vitalidad, con una convicción profunda y una fuerza real gracias al encuentro con Jesucristo, todas las demás reformas serán ineficaces”, dijo.

Benedicto XVI, quien llegó al trono de Pedro hace seis años, reconocido teólogo, ha sido criticado por algunos sectores por rechazar la implementación de reformas dentro de la Iglesia ante un mundo que cambia e insta más a enviar un mensaje claro y creíble sobre el valor de la fe.