Una decena de buzos especializados culminaron su trabajo en el sector La Planchada de Penco y en Lirquén. En los primeros metros de la costa no encontraron escombros que representen mayor peligro a los bañistas. Había especial preocupación por estructuras metálicas, pero sólo se hallaron restos de hormigón.

El aspecto de la seguridad es importante, pero la calidad de las aguas no está todavía acreditada. La autoridad sanitaria está haciendo análisis bacteriológicos y químicos que se espera conocer los primeros días de diciembre, pero muestras preliminares tomadas por el municipio y una universidad no fueron favorables.

El Municipio tendrá que reponer además la señalética y otros elementos de seguridad que fueron arrastrados por el mar, que tienen un costo de 20 millones de pesos. En la playa de Penco, los visitantes esperan que el balneario finalmente pueda habilitarse para el baño.

En Penco, todos confían en que el movimiento de las aguas haya arrastrado la contaminación provocada por el colapso del emisario submarino y que los trabajos de Essbío hayan sido eficaces para la limpieza del agua, para recibir las miles de personas que cada año disfrutan del verano en sus costas.