Su apoyo a la iniciativa de Australia de terminar con la caza científica de ballenas por parte de Japón, manifestaron conservacionistas chilenos. Exigen al Gobierno defina su postura en torno al tema.
Luego del anuncio del Gobierno Australiano de interponer un recurso legal ante el Tribunal Internacional de Justicia de La Haya para que Japón termine con la caza científica de ballenas, una suerte de Caja de Pandora se abre en nuestro medio.
Sucede que junto con respaldar la posición australiana, entidades conservacionistas chilenas y parlamentarios ligados a la defensa de los cetáceos, critican la dualidad mostrada por la administración Piñera en orden a no definirse de manera clara sobre el tema.
Y es porque si bien durante el anterior gobierno la defensa de las ballenas aparecía como una refulgente bandera de principios, hoy un representante del Estado chileno hasta se manifiesta proclive a terminar con la moratoria que protege a esos grandes mamíferos marinos de la caza comercial. Ese personero es el representante chileno ante la Comisión Internacional Ballenera, CBI, el embajador Cristian Maqueira, quien por estos días preside dicha entidad.
Para el diputado comunista, Guillermo Tellier, la postura de Australia está en sintonía con la de los países latinoamericanos que manifestaron, recientemente en Costa Rica, su desacuerdo con una propuesta del presidente de la CBI de reabrir la caza comercial de ballenas.
Por su parte, la directora ejecutiva del Centro de Conservación Cetácea de nuestro país, Elsa Cabrera, manifestó su esperanza en que Chile apoye la iniciativa australiana y agregó que la ciudadanía merece una explicación.
En tanto, el senador Guido Girardi está plenamente de acuerdo con la acción que emprenderá Australia contra Japón, con tal de terminar con lo que catalogó e la mentira inmoral de la caza científica de ballenas.
La moratoria de la caza comercial de ballenas rige desde 1984 y por 10 años, pero los países balleneros tienen la facultad de autoasignarse cuotas de caza científica. Y es entre los meses de noviembre y marzo de cada año que Japón caza su “cuota científica”, que es de casi un millar de cetáceos.
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