Las tareas de rescate de las víctimas de las lluvias que mataron al menos a 113 personas en el estado de Rio de Janeiro el martes, continuaban con un tiempo más benévolo este miércoles en barrios pobres de la capital, que se mantiene en “alerta máxima” por el peligro de deslave.

El estado de Rio y su ‘ciudad maravillosa’, que hace un culto de la alegría de sus habitantes, escenario del carnaval más grande del mundo y dueña de paisajes de carta postal, estaban este miércoles de luto por una tragedia que además dejó a miles de personas, la mayoría pobres, sin hogar.

La defensa civil del estado informó a la AFP que existen 113 muertos confirmados por las lluvias.

Las cifras previsiblemente irán en aumento ya que las tareas de rescate están en curso.

Hasta la mañana del miércoles, el número de desalojados superaba los 1.400 mientras que 400 personas habían perdido sus casas y decenas se encontraban heridas, según la alcaldía citada por la prensa local.

La mayoría de los fallecimientos se concentran en la capital del estado, Rio de Janeiro, y en la ciudad satélite de Niteroi.

El grueso de los decesos se verificaron tras aludes de lodo en las favelas, barrios pobres establecidos en las laderas de las colinas, en donde familias enteras quedaron enterradas.

Solo en Morro dos Prazeres (Cerro de los Placeres, en castellano), cerca del centro de la capital, murieron 15 personas sepultadas por un deslave. Fotógrafos de la AFP en el lugar indicaron que todavía a esta hora es extremadamente difícil el acceso a la zona, que parece un campo arrasado.

Dentro del dramatismo de la situación, las autoridades son algo más optimistas este miércoles. El sol brillaba al mediodía local (15H00 GMT) y las nubes de lluvia se habían ido.

Sin embargo, la ciudad se mantiene en “alerta máxima todavía”, principalmente por la cantidad de agua encharcada en algunas zonas densamente pobladas y que amenaza con derrumbar viviendas, explicó el alcalde de Rio, Eduardo Paes en declaraciones a una cadena de televisión local.

“Anoche no tuvimos ningún deslizamiento (de tierra) felizmente, pero existen situaciones muy críticas”, de alto riesgo, señaló el funcionario, que pidió nuevamente “que las personas no ocupen esas casas”, muchas veces ubicadas en laderas de cerros, al borde de precipicios.

Las escuelas públicas permanecerán cerradas este miércoles por segundo día consecutivo y las autoridades pidieron a las escuelas privadas que hagan lo mismo para disminuir el nivel de circulación, en una ciudad que poco a poco intenta recuperar su ritmo habitual.

Precisamente, el papel de las autoridades fue duramente cuestionado este miércoles en la prensa brasileña, y el diario O Globo, de Rio de Janeiro, encabeza su edición de portada con un enorme titular que reza: “¿Adónde está el plan de emergencia?”.

El periódico indica que las “tragedias de las lluvias en Rio se repiten hace 40 años y el poder público no logra reaccionar”.

La ciudad de Rio de Janeiro, que será sede de los Juegos Olímpicos de 2016, cuenta con unas 1.000 favelas, muchas de ellas instaladas en zonas riesgosas y expuestas a las inclemencias del tiempo. En esas áreas ocurrieron la mayoría de los decesos por causa del temporal.

Las lluvias que cayeron entre lunes y martes y en la madrugada del miércoles, constituyeron según las autoridades, el peor temporal de los últimos 44 años en esta ciudad de 11 millones de habitantes (seis millones, sin contar las zonas suburbanas), erigida entre el mar y las montañas.

En algunas estaciones de medición, cayeron más de 270 milímetros de lluvia, más del doble del promedio histórico para el estado en abril.

Las precipitaciones fueron tan intensas que incluso un partido previsto para la noche de este miércoles en el célebre estadio de Maracaná por la Copa Libertadores de fútbol, entre Flamengo y Universidad de Chile, fue suspendido.