Un 5,3, en una escala del 1 al 10, es la nota que los chilenos pusieron al papa Francisco: La peor evaluación latinoamericana del sumo pontífice según los resultados del Latinobarómetro 2017. Dato que se revela a tan sólo dos meses de su venida al país, en medio de las polémicas por los altos costos que significará la visita.

Chile muestra además un 36% de confianza en la Iglesia Católica, la menor cifra en toda la región, contrastando con el 77% de Paraguay, el 73% de Bolivia, el 69% de Brasil o el 55% de Argentina. Lejos también del promedio latinoamericano de 65% de confianza.

La razones detrás de estas cifras responden a que la población católica chilena es cada vez menor. La propia presidenta de la República, Michelle Bachelet, se ha declarado agnóstica.

Contrario a lo que pudiera pensarse, los últimos estudios y encuestas demuestran que no son las otras religiones -como la evangélica- las que ganan espacio, sino quienes no profesan ninguna religión. El ateísmo, por ejemplo, aumenta explosivamente.

disminucion-de-catolicos-en-chile

En datos menos fríos, análisis de fondo también hablan de la crisis del discurso social de la iglesia en Chile. “Pero quizás en la base de varias de estas cuestiones está la impresión de que ya no es posible modelar políticamente la sociedad, pues no existe un centro desde el cual ello se pueda hacer, ni sujetos con tal capacidad. Parte de la sociología contemporánea sostiene que la sociedad es un conjunto de sistemas autorregulados, espontáneos, automáticos y que cualquier esfuerzo por conducirlos es ingenuo y voluntarista”, indica un estudio de la Facultad de Teología de la Universidad Católica de Chile.

Entonces, ¿a quién representa Francisco en Chile? Sin duda a muchos, pero cada vez a menos. Otros datos que refuerzan la idea de la constante secularización en nuestro país, son los bajos índices de matrimonios y del resto de los sacramentos católicos. También lo son la baja en la vocación sacramental.

“La sociedad no piensa en el compromiso para siempre”, decía a Radio Bío Bío, en febrero de este año, el monseñor Bernardo Bastres, para justificar la considerable baja de matrimonios por la Iglesia Católica: de 28.644 en 2001 a 16.244 en 2014.

Lo mismo ocurre con el bautizo -y las primeras comuniones-, si en 2001 eran bautizados 157 mil niños, en 2013 fueron 126 mil. “La población católica está envejeciendo, y por lo tanto ya no está en edad de tener y bautizar niños. Si se toma el perfil de la población católica hace 10 años, y se compara con la actual, el promedio de edad ha aumentado”, decía a Emol, el entonces decano de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Católica, Eduardo Valenzuela, tras conocerse el Anuario Estadístico de la Iglesia Católica de aquel entonces.

Durante el segundo semestre del año 2010, 234 jóvenes estaban en seminarios para su formación como sacerdotes, pero durante el 2013, 189: una baja de 19,2%, informaba en aquel entonces La Tercera. Cifras que empeoraron en los últimos años. “La cantidad de jóvenes que quieren ser sacerdotes en Chile ha disminuido dramáticamente”, informó Revista Qué Pasa en enero del presente año, informando que sólo 22 jóvenes entrarían en 2017 al propedeútico (primer año de seminario) a nivel nacional.

Las cifras y los hechos indican que el catolicismo pierde preponderancia en nuestro país. Francisco no enfrentará la realidad que enfrentó Juan Pablo, sin embargo, nadie puede decir que la Iglesia Católica ya no tenga influencia en la sociedad y en la política chilena. De esto último radica la expectación por su discurso en Chile.