La función de prensa de ‘No’ en Cannes culminó con una ovación unánime, de esas que se ven poco en este festival de periodistas y críticos exigentes.

Los aplausos se prolongaron durante todos los créditos finales, y acompañaron la subida al escenario del director Pablo Larraín y del elenco artístico de la película.

Había en el ambiente una emoción intensa, producida por una película trabajada con inteligencia y rigor hasta en el más mínimo detalle, y con riesgo estético y una contundente postura ética, dos aspectos que se han convertido en pilares del trabajo del cineasta chileno.

‘No’ es la historia de cómo se realizó la campaña para ganarle el plebiscito al dictador Augusto Pinochet, en 1988. Pero es también -como sólo lo logran las buenas películas- un retrato de la sociedad chilena de la época, de sus estructuras de poder y de su televisión, para, desde allí, lanzar una mirada al estado actual de ésta.

El protagonista es René Saavedra (Gael García Bernal, en una actuación extraordinaria), un joven chileno que ha vivido el exilio en México y ha regresado a Chile un tiempo antes de 1988 para trabajar en publicidad televisiva. Saavedra no es un tipo de convicciones intransables; en la primera escena lo vemos presentando un comercial de la bebida Free a sus clientes y tiene como partner a un pinochetista confeso (Alfredo Castro, muy bien en el rol) y en el devenir del filme primará en él un escepticismo que será también uno de los ejes morales de la película.

Esta distancia que pone Larraín a través de René sobre los sucesos que vendrán resulta fundamental en el relato, porque permite que el filme vaya ampliando su alcance y derive de lo que podría ser una propuesta intimista (la relación fallida de René con la madre de su hijo, su duda sobre si asumir o no un compromiso político) a un estudio analítico de las tensiones que en ese momento acosaban -y siguen acosando- las dinámicas sociales chilenas.

Apoyado en un brillante guión de Pedro Peirano que bien puede considerarse uno de los mejores de la historia del cine nacional, Pablo Larraín se mete en los círculos del gobierno de Pinochet y de la cúpula de la Concertación y observa sin falsos pudores lo que sucede en su interior. La violencia y soberbia autoritaria oficialista se hace tan patente como el seudo sufrimiento burgués de varios líderes pro-democracia, en escenas llenas de filo y certeros diálogos.

Aquí Larraín muestra cuán bien asimilada está la influencia del maestro Raúl Ruiz, y muestra de manera irónica esa conocida cuota criolla de cinismo y oportunismo que solamente puede ser develada por la agudeza de la puesta en escena. Hay una escena sensacional en ese sentido, en que el político democratacristiano que interpreta de maravillas Luis Gnecco invita a René y a otros publicistas a su bien provista casa en la playa para hablar de la campaña y de todo lo mal que lo ha pasado la oposición a Pinochet.

Por sus orígenes familiares, Larraín conoce muy bien los círculos políticos y sus arquetipos. En este cuarto largometraje, los presenta de manera precisa en sus breves grandezas y amplias pequeñeces, en sus arrebatos heroicos y sus intransables afanes acomodaticios. Es muy buena la forma en que la película presenta el proceso para llegar a los conceptos de la campaña del No, desde la manera en que se llega a la forma publicitaria del spot hasta las transacciones con los políticos que implica su puesta al aire.

La investigación histórica realizada por Peirano, Larraín y todo el equipo es esencial para agregar nuevos giros a cada momento, y la opción de reclutar a muchos de los protagonistas reales de esta historia funciona tanto como aporte narrativo como merecido tributo.

Emociona ver a Patricio Bañados llegar a la primera grabación de la franja del No, asistir a la grabación de no de los jingles con Tati Penna, Javiera Parra, Cecilia Echeñique e Isabel Parra, y ver de nuevo a Florcita Motuda interpretar el vals del No ante una multitud. También aparecen Jaime de Aguirre, Juan Forch y José Manuel Salcedo, ligados realmente a la campaña, y en roles secundarios, Jaime Vadell y Sergio Hernández confirman que son grandes actores de cine.

El uso del material de archivo es abundante y siempre interesante, y encaja a la perfección con la opción de Larraín de grabar la película con una cámara Ikegami y en video 3/4 de pulgada, que era la tecnología de la época. Así ‘No’ obtiene su estética con poca definición y casi sin profundidad de campo, a contrapelo del furor actual por el HD de colores bien definidos y foco ultra preciso.

Con todos estos elementos de ficción y documentales (las intervenciones de Pinochet en la franja del Sí aún ponen los pelos de punta), más logradísimas soluciones visuales y un sólido trabajo de producción, Larraín estructura un gran fresco moral de Chile, potente y emocionante, que resulta además tremendamente oportuno para el momento político y social que vive Chile.

‘No’ es uno de esos filmes que los países necesitan para mirarse en ellos como el espejo de lo mezquinos, trágicos y grandiosos que pueden llegan a ser.

Gael García Bernal en Cannes | René Naranjo

Gael García Bernal en Cannes | René Naranjo

Mira aquí las declaraciones del elenco en su presentación en el Festival de Cannes.

http://youtu.be/Fw23uS1EvZU

René Naranjo Sotomayor es periodista, crítico de cine y profesor de cine, con una trayectoria de más de 25 años en medios de prensa escritos, radio y TV, de Chile y el extranjero. Esta es la octava vez que cubre el Festival de Cine de Cannes. Puedes seguirlo en su cuenta de Twitter @renenaranjo