La mayoría de las personas podría pensar que pasar el día jugando videojuegos podría ser un trabajo soñado. Sin embargo cuando ese juego es impuesto en horarios extenuantes y el no cumplir ciertas metas significa pagar con castigos físicos, se convierte rápidamente en una pesadilla.

El diario británico The Guardian publicó una entrevista a un ex presidiario chino, quien relató cómo las prisiones de la principal economía del mundo se están convirtiendo en campos de trabajos forzados para el mundo del entretenimiento, donde miles de presos son obligados a participar del popular juego en línea “World of Warcraft” para después vender sus logros a través de Internet.

Liu Dali fue internado durante 3 años en el campo de “re-educación mediante el trabajo” Jixi, en la provincia de Heilongjiang, bajo cargos de “solicitar ilegalmente” en 2004 al gobierno central una investigación sobre corrupción en la administración de su ciudad.

Allí, el hombre de 54 años no sólo debía romper rocas y cavar túneles en una mina de carbón del noreste de China durante el día, sino que durante la noche era obligado junto a otros compañeros a sentarse durante varias horas frente al computador para jugar “World of Warcraft”, donde debía realizar tareas reiterativas que le otorgaban puntos, oro u otros logros, que después eran vendidos por lo directores de la prisión.

Se trata de un negocio conocido como “granja de oro” o gold farming, en el cual una persona realiza tareas aburridas o que consumen tiempo, para luego vender esos logros por Internet a otros jugadores que desean aumentar sus niveles de experiencia o de armas sin tomarse el esfuerzo.

“Las autoridades de la cárcel hacen más dinero forzando a los reclusos a jugar videojuegos de los que obtienen forzando a hacer trabajos manuales. Habíamos cerca de 300 prisioneros obligados a jugar, en turnos de 12 horas. Escuché decir que ganaban entre 5.000 a 6.000 yuans por día (350 a 430 mil pesos chilenos). Nunca vimos nada de ese dinero, y los computadores jamás se apagaban”, narró Liu a The Guardian.

Para los prisioneros de Jixi la vida ya era bastante dura dentro del programa regular de trabajo chino. En él, debían realizar con sus manos palillos de arroz o mondadientes a partir de trozos de madera, o confeccionar cubiertas de asientos para automóviles que luego son exportadas a Japón o Corea del Sur. También se les obligaba a memorizar literatura comunista como pago a su “deuda con la sociedad”.

Sin embargo e irónicamente, su trabajo en el mundo virtual podía llegar a ser un castigo mucho peor que los trabajos manuales.

“Si no lograba las metas que me imponían, me castigaban físicamente. Debía mantenerme de pie con mis manos levantadas en el aire y, cuando regresaba a mi celda, me golpeaban con tuberías plásticas. Nos mantenían jugando hasta que apenas lográbamos distinguir las cosas en la pantalla”, relató.

“Muchas prisiones en el noreste de China también obligan a sus reos a jugar videojuegos. Es algo que de seguro aún debe estar sucediendo”, sentenció.

El negocio de las “granjas de oro” para juegos en línea ha crecido de forma exponencial en China. Se estima que un 80% de quienes realizan esta actividad a tiempo completo -cerca de 100.000 personas- se encuentran allí, captando casi 2 mil millones de dólares sólo en 2008.

Agradecemos a los amigos de Tarreo.com por señalarnos esta nota vía Twitter.