Sarah Hunter Murray, doctora y experta en sexualidad, afirma que existe un sesgo por género respecto al consumo de pornografía. Por ejemplo, cuando se habla de consumidores de contenido para adultos, usualmente pensamos en hombres. Y, cuando hablamos de “estrellas porno”, generalmente se nos vienen a la mente mujeres.

Según planteó en un reciente artículo de la revista Psychology Today, si bien la mayoría de las investigaciones sobre esta temática indican que son los hombres los que consumen más este contenido, esto no quiere decir que no sea común que las mujeres lo hagan también.

Hunter apuntó que debido a la falta de investigación empírica y la ausencia de diálogo social respecto al tema no se ha podido aprender mucho sobre la experiencias de las mujeres viendo pornografía.

Sin embargo esto cambió, pues un nuevo estudio publicado en el Diario de Investigación Sexual recopiló todas las investigaciones cualitativas sobre la relación de las mujeres con el contenido para adultos —las que datan desde 1999— y Sarah detalló 4 observaciones principales del artículo.

1. Uso del porno en relaciones

“A través de varios estudios, las mujeres reportaron niveles variables de comodidad y preferencias en cuanto a la forma de incorporar la pornografía en su relación. Algunas mujeres indicaron que para ella era excitante ver porno con sus parejas y que les ayudaba a obtener inspiración e ideas para llevar a cabo diferentes tipos de actividades sexuales”, explicó.

Otras mujeres, en tanto, señalaron que su pareja tenía “derecho” a ver contenido para adultos y que no tenían problema con ello siempre y cuando se hiciera en privado.

Y, en una vereda completamente distinta, algunas confesaron sentirse “amenazadas” por el uso de contenido para adultos por parte de sus parejas, argumentando que no les gustaba que la otra persona se excitara con alguien más.

Pexels (CC)
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2. La internalización del porno

No parece extraño que dado a que en la pornografía se muestran muchos cuerpos desnudos, los espectadores —en este caso mujeres— reflexionen sobre cómo se sienten respecto a su físico y lo comparen con el de las “estrellas porno”.

En este sentido, las formas en que las mujeres comparaban sus cuerpos fue variada. Por un lado algunas indicaron que se sentían menos seguras de su físico, por ejemplo, respecto al tamaño de sus senos o cuidado del vello púbico. Pero, por otro lado, hubo quienes afirmaron que ver a las actrices les ayudó a sentirse más cómodas con sus cuerpos, pues encontraron similitudes.

3. Audiencia empática

“En más de un estudio, los autores concluyeron que las mujeres se enfocaban en más que solo los actos sexuales físicos que veían en sus pantallas. En su lugar, los autores encontraron que había varios ejemplos de mujeres que empatizaban con los actores”, aseveró Hunter.

Lo anterior tiene relación con que las mujeres tendían a concentrarse también en las expresiones faciales y posibles sentimiento de las “estrellas porno” durante la actividad sexual, interpretando, por ejemplo, si el placer era genuino o lo estaban pasando mal.

“Las percepciones de las mujeres sobre el placer de los actores tuvieron implicaciones en su propia excitación. Cuando las mujeres percibían la actividad sexual como ‘irreal’ o poco ‘genuina’, también reportaron sentir menos placer y gozo sexual”, agregó la especialista.

Según consignó Huffington Post, un estudio publicado en la revista científica The Journal of Sex Research señala que la pornografía puede “perpetuar expectativas absolutamente irreales a la hora de tratar de alcanzar un orgasmo”, por lo que tampoco resultaría extraño que a algunas personas les disminuya la excitación.

4. Disonancia cognitiva

En este último punto, otro resultado del estudio arrojó que algunas mujeres experimentaron “disonancia cognitiva cuando se trataba de ver porno”, es decir, consideraban que ver contenido para adultos no se alineaba con sus comportamientos.

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“En cuanto a excitación, algunas mujeres reportaron que ver porno era sexualmente excitante, pero también consideraron que su gozo del porno era socialmente inapropiado (creyendo en cierto nivel que las mujeres no deberían ver porno). En ese sentido, algunas mujeres se sentían en conflicto con lo que disfrutaban y lo que sentían que era socialmente aceptable que disfrutaran las mujeres”, detalló Sarah.

También, otras mujeres indicaron que tenían percepciones negativas no solo de la pornografía, sino que también de los actores, pensando incluso que podían sufrir de explotación. Además, algunas experimentaron dificultades debido a creencias morales y éticas.

Finalmente, Hunter señaló que si bien los estudios sobre el tema son limitados, esta recopilación entrega revelaciones que “podrían ser un paso útil para normalizarlas y promover un discurso más sano y abierto sobre el uso de pornografía entre mujeres”.