No cabe duda que uno de los momentos más desgarradores para un niño, es enfrentar la muerte de un padre. Por ese motivo, es de suma importancia que cuando un adulto se le comunique, tome en consideración que eso influirá en los comportamientos y reacciones del futuro.

Si bien todas las familia son diferentes y algunas suelen presentarle un “mundo feliz” a los niños, los expertos en duelo infantil aconsejan no engañarlos. Es decir, entregarles un mensaje claro y preciso.

“Debemos darnos cuenta de que sin importar cómo hablemos de este tema, los menores estarán alterados, tal vez incluso enojados por la pérdida. Aceptemos sus reacciones emocionales“, explica la doctora en Psicología Deborah Serani, en una columna del sitio especializado Psychology Today.

Asimismo, es importante que el adulto que se lo contará, distinga entre hechos y creencias. De ese modo, si el niño pregunta dónde está su madre o padre, hay que explicarles que su cuerpo está en el cementerio.

Evita usar fantasías

Para muchas personas es complicado o incómodo decir la palabra muerte, y prefieren usar frases como “se fue”, “pasó a mejor vida”, “está en el cielo”, “lo perdimos”, entre otras. Sin embargo, la ciencia ha demostrado que usar palabras realistas ayuda con el proceso de aflicción.

Así sólo alimentamos fantasías e inseguridades (…) Deben vivir ese momento de forma natural, independientemente de la edad”, asegura la psicooncóloga Núria Agudo, al diario electrónico La Vanguardia.

La psicóloga Begoña Elizalde por su parte, plantea el ejemplo de una persona mayor a quien le comunicaron la muerte de su madre con un “se ha ido”. “Esa mujer siendo niña estuvo pensando durante años cuándo iba a volver su madre”, afirmó la especialista.

Debido a eso, es fundamental que en la conversación aparezca la palabra “muerte” y se explique como algo irreversible y permanente. “El niño debe tener claro que jamás volverá a ver aquella persona”, complementa la experta.

Del mismo modo, es importante medir la cantidad de información que los niños pueden manejar. “Sabremos qué hacer con base en las preguntas que nos hagan”, precisa Serani.

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Que participen en rituales de despedida

Cuando llega el momento del funeral, muchas familias consideran que la iglesia o el cementerio no son lugares para los niños. No obstante, las especialistas no son partidarias de dejarlos al margen de la situación.

Previamente, hay que contarle qué verán, quiénes estarán ahí, cómo se podría estar sintiendo la gente y lo que estarán haciendo. “Para los más pequeños, hay que ser específicos con las descripciones de cómo se verán las cosas”, explica Serani.

“Por ejemplo, describirles el ataúd y que el cuerpo estará ahí. Si es una misa, hablar de dónde está el cuerpo, si lo cremaron o está en un ataúd cerrado o ya enterrado”, precisa.

Sin embargo, si no quiere asistir a la despedida “tampoco hay que forzarlos”. En ese caso, siempre existe la posibilidad de que se despida de ellos individualmente. “Las fórmulas son muy variadas: desde hacer volar unos globos en algún lugar donde a la madre/padre fallecido le gustaba ir, a escribir una carta, decorar una cajita con objetos que le gustaban al progenitor, etc”, complementa.

Después de la partida

Tras sufrir la muerte de un progenitor, es probable que el tema de la muerte esté latente mucho tiempo. Debido a eso, “debemos estar disponibles y ofrecer nuestros oídos con frecuencia para discusiones continuas”, añade Serani.

“Investigaciones han demostrado que el dolor de revivir memorias o compartir historias en realidad ayuda a sanar y dar cierre. Evita conectar con los niños por sentimientos de desolación o incomodidad o por no saber qué decir. Una mirada conocedora puede ser una conexión poderosa“, concluye la experta.