“Tienes que ponerle límites a tus hijos”. De seguro en más de alguna ocasión has escuchado esa frase sobre la crianza de los menores, pero ¿qué significa realmente?

Según explica Mario Izcovich, psicólogo y autor del libro “Ser padres, ser hijos. Los desafíos de la adolescencia”, esa frase no es más que una metáfora sobre la función educadora de los adultos.

Se trata de ayudarlos en su camino a la adultez, para que puedan encontrar su lugar en la cultura (lo social, afectivo, sexual, etc.). Dicho de otra forma, la función educadora es aquella que regula el goce del niño“, señala al diario electrónico La Vanguardia.

“No es prohibir”

Asimismo, deja en claro que “regular no es prohibir”, sino más bien “canalizar”. Es decir, se trata de cumplir con una función civilizadora.

Debes considerar que “prohibir promueve el deseo de la persona”, plantea el experto. Es así como el consumo abusivo del alcohol, la violencia o el acceso temprano a la pornografía sin límites y de manera desenfrenada, son fenómenos que se interrelacionan.

El especialista plantea que muchas veces no hay algo que le ponga un “tope” al deseo de los menores, y “el niño acaba funcionando como una máquina pidiendo más y más“, reflexiona.

Izcovich advierte que si los padres se esfuerzan por contentar siempre a sus hijos, la consecuencia será que los niños supondrán que todo es posible en la vida. Eso podría desilusionarlos en el futuro, cuando se vean solos frente a sus demandas desmedidas.

“Cada vez nos encontramos con más niños que desde muy pequeños se convierten en pequeños dictadores”, asegura el especialista.

“Son muchos los padres que se sienten culpables cuando ven a sus hijos sufrir por no poder acceder a ciertos objetos o demandas. Los padres sufren cuando sus hijos se sienten frustrados“, describe el psicólogo.

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Por qué es necesario decir “no”

Otra de las grandes dificultades de los padres, es la incapacidad de decirlo “no” a sus hijos. Eso ha provocado que los menores se conviertan en adolescentes que no saben lo que desean en realidad.

“Estamos creando una generación de niños ‘bulímicos’, es decir, que consumen con avidez todo lo que les dan, que es mucho, pero antes de verdaderamente desearlo. Y cuando ya tienen el objeto, lo devoran y lo vomitan. Pierden el interés“, describe.

“La falta de ‘noes’ también nos habla de una dificultad con el tiempo. La regulación del goce pasa también por aprender a postergar. Hay un tiempo necesario, una espera que permite desear y que modula el goce“, explica el psicólogo.

Función reguladora

De acuerdo a su análisis, en el pasado los padres se regían más por la vertiente del autoritarismo: “es así porque lo digo yo”, “ya verás cuando venga papá”. En ese entonces, la figura “paternal” cumplía una función reguladora.

“En los tiempos que corren es necesario buscar soluciones particulares para cada caso. Pero no desde la impotencia, sino desde la experiencia de cada uno. Sabiendo que la función de ser padres o madres siempre será fallida. No hay recetas válidas”, concluye.