Como Santiaguino de tomo y lomo, las picadas de carretera siempre se basan en comentarios de un par de sibaritas que, tan santiaguinos como yo, buscan ese rincón ancestral, biodinámico, con su quéséyo maravilloso.

Al final, siempre paré en picadas de guía turístico.

Hasta que, un día, un sureño impresionado por mi ignorancia y falta de cariño por la comida carretera me invitó a Soler.

Porque a pesar de lo que yo pensaba, en todos lados se come bien, y no sólo preparaciones típicas: si espera algo servido en plato de greda, aquí no va a estar.

Al contrario, aquí se encontrará con una de las mejores sandwicherías del país, no sólo por un pan hecho ahí mismo, sino también por algunas cosas que sólo se encuentran aquí.

¿Por ejemplo? El lomo sabe realmente a chancho, y no a esa grasa frita que sirven en otros lugares, y su estética es bien sesentera (el local es de 1967).

De hecho, si hubiera que calificarlo, sería algo así como la mezcla de un comedor comunitario y el casino de Villa Baviera en Bulnes, lo que le dan un toque que sólo suma.

Y así como estética y sabor, el sistema de atención tiene sus propios tiempos y lógica.

Por eso le digo que no se desespere, la primera vez le cuesta a todos, sobre todo pensando que casi siempre hay fila para encontrar un espacio dónde sentarse.

Mi recomendación es que vaya con paciencia, mire que el local es así y siempre hay uno que otro viajero -usualmente santiaguino- que se pone a pelear sin mucho sentido. Le aconsejo que no se arruine una buena experiencia sólo por un par de minutos.

¿Qué pedir?

Mi preferido acá es el lomo italiano ($4.700).

Por tamaño es posible compartirlo, aunque yo siempre me lo como solo, y prácticamente cumple con todos mis requerimientos de calorías de una jornada entera. No viajo mucho por tierra, pero este bocado me permite manejar durante más de cuatro horas hasta Concepción, por lo que mi costumbre es no comer nada antes, ni después de pasar por Soler.

Si no le gusta mucho la mayonesa, pídalo con poca, porque acá todo lo que va sobre el plato, a excepción del pan, viene en porciones más que generosas.

El lomito italiano siempre cumple, más aún porque las porciones generosas se compensan con también generosa porción de lomo.

El sándwich es grande y contundente, aunque no es pesado como otros.

La carne es tierna y con mucho sabor.

Algo parecido, pero en menor escala pasa con los completos: Las vienesas ($2.200) tienen mucho sabor y no caen pesadas ni se pierden entre los otros ingredientes, por lo que valen mucho la pena.

Muy recomendado.

Para escribir esta reseña se visitó dos veces de manera anónima el local. No se recibió ni utilizó invitación por parte del local.

Cecinas Soler. Panamericana Sur 90, Curicó, Romeral, Región del Maule. Tiene estacionamientos disponibles en el local.

Por Mario Riveros M. @mario_riverosm