Son pocos los penquista que no conocen la historia de Petronila Neira, un horroroso crimen que se convirtió en una leyenda y a ella en una especie de santa, que recibe fieles cada día en su animita en el Cementerio General de Concepción.

Pero más allá del mito y los milagros, la realidad de cómo falleció la mujer es mucho más truculenta de lo que se podría pensar.

La historia comenzó en octubre de 1910, cuando una de las muchas mujeres que se acercaban a la Laguna Redonda a lavar ropa, divisó a lo lejos unos pies con calzado en el medio del agua. De inmediato fue a buscar ayuda pensando que se trataba de una persona… y estaba en lo correcto.

La policía descubrió dentro de un saco viejo, el cadáver de una joven degollada, que por su contextura pensaron que podría tratarse de una adolescente de entre 16 a 18 años. Debido a que el cuerpo comenzaba a descomponerse y a que su rostro se encontraba desfigurado, no fue posible realizar mayores indagaciones, por lo que se calificó como una NN.

Debido a la imposibilidad de realizar mayores análisis, las autoridades debieron recurrir a la ayuda del pueblo de Concepción, y a través de los medios de comunicación hicieron un llamado para que quienes supieran algo del crimen se acercarán para entregar la información.

Extracto de diario El Sur. 23 de octubre de 1910.

“AVISO AL PUBLICO”

Se ruega a las personas que tengan algún dato con respecto al homicidio
de una niña desconocida, como de 16 años, encontrada hoy en la mañana
flotando en las aguas de la Laguna Redonda, dentro de un saco, con unas
piedras atadas a la cintura, la cabeza degollada, se sirvan suministrar
al señor juez del 2do. Juzgado, don David Costa Pruneda, que instruye
el sumario respectivo, en subrogación del juez del primer Juzgado, don
Benedicto de la Barra.

Los datos que requiere el Juzgado pueden ser referentes al delito mismo
o a la identificación del cadáver de la occisa. El cadáver se exhibe en la
morgue, que tiene acceso a todas las personas que deseen verla, para el
efecto de su identificación.

Con el correr de los días aparecieron teorías falsas y varios otros casos que a pesar de ser reales nada tenía que ver con la persona degollada. Lo único que sí se pudo concluir certeramente, era que no se trataba de un niña sino que de una mujer de 29 años, quien además había sido abusada sexualmente.

Cuando no quedó más alternativa, la justicia también permitió que el pueblo pudiese ver el cuerpo sin vida de la mujer, el que fue expuesto en la Morgue de Concepción. La idea era que alguien pudiese reconocerla, pero jamás pensaron en el revuelo que provocaría.

Ya fuera por morbo o por preocupación, durante varios días cientos de personas hicieron largas filas para visitar a la mujer, llegando fotografiarla.

El libro Petronila Neira: la historia tras el mito, reunió las publicaciones periodísticas del caso donde se pueden encontrar artículos como este.

Diario El Sur, 27 de Octubre de 1910

Ayer, desde las primeras horas de la mañana, se inició una verdadera
romería de gente, principalmente del pueblo, que iba a la Morgue a
observar el cadáver de la occisa. Fueron más de quinientas las personas
que allí concurrieron; pero ninguna manifestó tener la menor noticia, ni
siquiera una sospecha sobre la persona de la víctima ni las circunstancias
del delito. Hasta ahora, pues, no ha sido posible obtener ni el nombre de
la niña degollada.

Foto publicada en la revista Chantecler del 12 de Noviembre de 1910
Foto publicada en la revista
Chantecler del 12 de Noviembre de 1910

Cuando la investigación estaba a punto de cerrar, apareció una pista que cambió el curso de todo. Una mujer identificada como Margarita Burboa aseguró que la víctima era su prima Petronila Neira, a quien no había visto desde hacía semanas.

Según el libro, la mujer dijo que siempre tuvo la sospecha de que la llamada “degollada” era su familiar, sin embargo, por encontrarse enferma no pudo ir a reconocer el cuerpo en persona y sólo lo vio en los medios de comunicación de la época.

Margarita Burboa y Carmen Neira Bustos   |  Revista Chantecler | 12 de Noviembre de 1910
Margarita Burboa y Carmen Neira Bustos |
Revista Chantecler | 12 de Noviembre de 1910

Antes de ir a la policía, acudió a la casa de Carmen Neira Bustos, la hermana de Petronila, que a pesar de no llevarse bien, solían visitarse cada ciertos meses. Desafortunadamente, la mujer tampoco tenía antecedentes del caso.

Ambas acudieron a la policía pero ya era tarde, pues el cuerpo de Petronila había sido enterrado, sin embargo, pudieron identificarla gracias a la ropas que llevaba el día de su muerte y que fueron guardadas como evidencia policíaca.

Fue así como Margarita y Carmen comenzaron a contar la historia de la joven:

Diario EL SUR, 03 Noviembre de 1910

Era Petronila Neira una mujer de unos 29 años de edad, soltera, natural de Coronel, hija de Bernardo Neira y Pioquinta Bustos. Vivía, como hemos dicho, en la calle de las Heras N° 1192. Su pieza, un pobrísimo cuarto de conventillo, con puerta a la calle, no tenía otros muebles que una cama y una máquina de pie. Petronila era aparadora, desde hace mas o menos un año, en que había aprendido el oficio con que se ganaba la vida“.

Los culpables

Las mujeres también revelaron la abusiva relación entre Petronila y Arturo Retamal Mayorga, un hombre casado dos veces que mantenía un violento romance con Neira. El sujeto no sólo la golpeaba cuando se emborrachaba, sino que además la amenazaba de muerte, calmándose cuando ella prometía someterse a sus deseos.

Retamal de 30 años había sido minero en Coronel y en ese momento trabajaba en una de las cuadrillas que instalaban los alcantarillado de Concepción. El sujeto se encontraba en la casa de su exesposa cuando fue detenido por la policía.

Durante el interrogatorio aseguró que no sabía nada del crimen, pero al día siguiente cuando fue llevado al cementerio para exhumar el cuerpo de Petronila, no pudo callar más.

Arturo Retamal Mayorga | Revista Chantecler   Noviembre de 1910
Arturo Retamal Mayorga | Revista Chantecler
Noviembre de 1910

No soy yo el autor de este crimen. Solamente he visto cómo lo cometió Pedro Carrillo, el día 15 de Octubre, entre las 9 y 10 de la noche, en un matorral cerca de la Laguna Redonda”, señaló el hombre, según consigna el diario de la época.

Retamal aseguró que Carrillo era su amigo y confidente, a quien le contó los problemas que tenía con Petronila. Un día fueron a la casa del hombre y comenzaron a beber, al irse del lugar el sujetos los acompañó.

¿Esta es la mujer que te friega y te molesta?”, le habría preguntado a Retamal, antes de sacar un cuchillo y apuñalar a la mujer, diciendo: “Así se deshacen estas porquerías”.

Arturo afirmó que tras herirla gravemente, el hombre le quebró los dientes y le sacó un colmillo de oro. El cadáver lo dejó a la orilla de la Laguna Redonda, donde fue lanzado posteriormente en un saco de arena con piedras amarradas a la cintura para que se fuera directo al fondo.

Revista Chantecler  | 12 de Noviembre de 1910,
Revista Chantecler | 12 de Noviembre de 1910,

Por su parte, el otro acusado negó tener cualquier responsabilidad en los hechos, y acusó a Retamal de ser el culpable.

A los pocos días la policía, en una pesquisa en la casa de la suegra de Retamal (donde encontraba su ex esposa e hijas) se descubrió la ropa que el hombre había llevado la noche del homicidio, y en uno de los bolsillos del pantalón, la navaja con la que dio muerte a Petronila.

Retamal jamás admitió el crimen y siempre acusó a Carrillo de haber asesinado a la mujer que decía amar. Ambos fueron sentenciados a muerte.

El nacimiento de una “Santa” popular

Tras la muerte de Petronila, la gente comenzó a sentirse identificada con su historia de esfuerzo y sufrimiento. Era una época donde el machismo y la violencia dominaba la sociedad pero que se ocultaba tras las puertas de las casas.

Ver las consecuencias de esto tocó el corazón de las personas quienes crearon una animita donde se supone fue enterrada la mujer. Hasta el día de hoy se encuentra llena de flores y placas de agradecimientos, ya que aseguran que es muy milagrosa.

Otros, en cambio, dicen que su alma sigue vagando en las cercanías de la Laguna redonda.

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