Este 6 de agosto se cumplen 80 años de uno de los episodios más oscuros de la humanidad, el lanzamiento de la primera bomba atómica, llamada “Little Boy”, sobre la ciudad de Hiroshima en Japón, a finales de la Segunda Guerra Mundial, por parte de Estados Unidos.
Pocos días después, los norteamericanos lanzaron otra devastadora bomba que cobró miles de vidas en un instante. La ciudad seleccionada fue Nagasaki, luego de descartar el poblado de Kokura, porque estaba nublado.
Tal coincidencia climática es vista por los japoneses como un signo de fortuna. Con la superstición como una de sus formas: tener “la suerte de Kokura” es un deseo, y viajar a “Kokura” es un plan de muchos para contagiarse de ese don. Todo esto porque hace 80 años esta ciudad pudo haber sido borrada del mapa.
La suerte de Kokura: la ciudad que se salvó de una bomba atómica
De acuerdo a una nota de nuestro medio asociado Perfil, la ciudad de Kokura no existe como tal, o con ese nombre, desde 1963. Resulta que por una decisión urbanística, fue uno de los poblados que se fusionó para crear una nueva, Kitakyushu.
Lo que fue Kokura, hoy es el centro de esa ciudad.
Para el momento del lanzamiento de las bombas atómicas, había plan A y plan B. Si las condiciones climáticas, básicamente el cielo tapado, impedían el lanzamiento, Kokura era el plan B de Hiroshima (la primera bomba).
Kokura era un centro de fabricación de armas y albergaba a uno de los arsenales más grandes de Japón. Pero la prioridad era Hiroshima y sobre esa ciudad cayó la bomba arrojada por el Enola Gay, en la mañana del 6 de agosto de 1945.
Tres días después, para la segunda bomba, el objetivo elegido era Kokura: el plan A. Tres aviones B-29 volaron hacia la ciudad. Uno de ellos cargaba a “Fat Man”, una bomba de plutonio más poderosa que la que había arrasado con Hiroshima.
Los aviones llegaron a las 10:44. En el informe de vuelo, la tripulación anotó textualmente: “El objetivo estaba oscurecido por una densa capa de bruma y humo”. Uno de los pilotos escribió que había una cobertura de nubes de 7/10 y con ese panorama “la bomba puede ser visualmente arrojada, pero no pienso que nuestras chances sean muy buenas”.
¿Estaba realmente nublado?
Una de las teorías es que Kokura, más allá de las nubes, estaba envuelta por el humo producido por los bombardeos del día previo en la vecina Yahata, hoy también parte de Kitakyushu.
Pero además, la humareda tal vez había sido acrecentada intencionalmente con el fin de generar una cortina más espesa todavía. “Es la teoría más oscura”, plantea Alex Wellerstein, historiador sobre armas nucleares del Stevens Institute of Technology.
En su artículo “La suerte de Kokura” cita un libro del autor John Coster Mullen, que consigna: “Había un campo de prisioneros de guerra pegado a la principal planta de energía de la ciudad. Un prisionero norteamericano de ese campo reportó más tarde que los japoneses habían instalado un gran caño que desembocaba en el río”.
El testigo explicó que cuando los aviones fueron divisados “el vapor de la planta fue conducido a través del caño hacia el río y eso creó unas enormes nubes de condensación que ayudaron a oscurecer la ciudad”.
La realidad fue que los aviones dieron tres vueltas sobre Kokura y cambiaron de destino. Algunas fuentes dicen que las defensas terrestres llegaron a divisarlos y los atacaron. Que ese fue otro de los factores que provocaron la alteración del plan. Una posibilidad más para alimentar la explicación multicausal.
Tener la “suerte de Kokura”
Lo concreto es que la segunda bomba atómica cayó sobre Nagasaki, arrojada desde el Bockscar que había partido de la isla de Tinian, piloteado por el mayor Charles Sweeney. Murieron unas 74 mil personas. En Hisroshima habían muerto unas 140.000.
Kokura quedó intacta. Al ser una de las ciudades elegidas para las bombas atómicas, no había sido destinataria de los de los ataques incendiarios previos, como el sufrido por Tokio el 9 de marzo, con miles de víctimas.
Los estadounidenses querían probar las bombas en lugares intocados, justamente para constatar el poderío concreto de los artefactos.
La ciudad se salvó de las bombas, pero como estuvo tan cerca se siente hermanada con Nagasaki y también con Hiroshima. Geográficamente, está casi en el medio, a 199 km de una, a 214 km de la otra.
Y aunque la devastación no se olvida, el recuerdo se vive de una forma algo más relajada, sostenido por la frase incorporada al habla popular “(tener) la suerte de Kokura”.