Medios de todo el mundo han dado cuenta del hecho protagonizado por el estadounidense Norbert Schemm (87) días atrás. El hombre, que estaba postrado en un hospital, pidió un último deseo antes de partir: beber una cerveza y compartir un momento a solas junto a su esposa y sus tres hijos.

Schemm estaba enfermo de cáncer terminal y sabía que su final estaba cerca. Pero más allá de abatirse por esta situación quiso compartir parte de sus últimas horas con su familia más cercana. Fue así como reunió a sus hijos Bob, Tom y John.

Acompañados por su esposa Joanne, los cinco estuvieron juntos un par de horas en la sala del hospital. Tiempo que les permitió conversar, recordar historias, reír y, en el fondo, dar una despedida más digna a Norbert.

El momento fue capturado a pedido de Tom, quien posteriormente envió la fotografía con el resto de la familia a través del chat grupal en WhatsApp.

Al día siguiente se produjo el deceso del hombre, por lo que este registro tomó mucho más valor. De hecho fue un nieto llamado Adam quien la compartió en redes sociales.

En ese momento, el mensaje fue: “Mi abuelo estuvo relativamente sano en el transcurso de su vida, pero fue el domingo de la semana pasada mientras estaba en el hospital cuando se dio cuenta de que sería el final”, indicó.

“Entonces el lunes llamó a sus nietos para informarnos. Tomamos la foto el martes por la noche y el miércoles murió de cáncer de colon en etapa cuatro”, agregó.

“Mi papá nos dijo que el abuelo quería una cerveza y ahora, cuando miro esa foto, me consuela. Puedo decir que mi abuelo está sonriendo. Él está haciendo lo que quería hacer: fue un momento improvisado”, finalizó.

La reacción del resto de la comunidad dejó impactada a la familia. En un par de días ésta llegó a 4.000 comentarios, 30.000 retuits y 317.000 Me Gusta.

Testimonios

Efecto deseado o no, la imagen llevó a muchas personas reflexionar respecto a la importancia de compartir con los seres queridos que pasan por momentos difíciles de salud o que, en el peor de los casos, están cerca de partir.

Fue así como miles de usuarios recordaron experiencias similares vividas con parientes en situaciones complejas, en las cuales el valor más importante era el tiempo y la compañía.

“Hice lo mismo con mi papá en mayo. Cerveza fría y un juego de los Yankees. Mis condolencias”, escribió un joven llamado Robert Dorsch.

“Mi abuelo solo deseaba una taza de chocolate caliente y quería volver a verme antes de dejarlo ir. Lo perdí a fines de agosto de este año. El era un gran hombre”, publicó una joven llamada Alexis.

“Mamá falleció en la primavera pasada. Esta fue su última foto en paliativo con mi nuevo cachorro, a quien llamamos como a ella. Mis condolencias a tu familia”, indicó Blake Stephens.

“No te conozco … pero me llevó esto. Días antes de que mi abuelo falleciera, nos dijo a mi papá y a mí que quería un cigarro y una cerveza. Lo hicimos realidad. Lamento mucho tu pérdida. ¡La sonrisa de tu abuelo es para los libros!”, dijo Ben Riggs.

“Perdí a mi abuela hace dos meses. Lo único que quería en ese momento era tomar fotografías. Sólo Dios sabe cuánto la extraño”, indicó una usuaria llamada Jassmean.

El proceso de despedida

Rafael Ballester es un psicólogo español y Profesor de Psicología Clínica de la Salud en la Universidad Jaime I, quien generalmente explica que los procesos para dejar partir a un ser querido “no necesariamente deben ser traumáticos”.

“Es importante hacer un proceso de despedida del ser querido para evitar que se genere lo que nosotros denominamos ‘un duelo complicado’, es decir, síntomas psicológicos con una duración e intensidad mucho mayor de la habitual”, sostiene.

En este sentido, el académico acentúa la importancia de reflexionar sobre la muerte de un ser querido, teniendo en cuenta que, en ocasiones, esta situación es más positiva a que la otra persona siga sufriendo en vida.

“La muerte de un ser querido siempre es triste. Pero no necesariamente traumática. En ocasiones, la muerte puede incluso aliviar. Se da en los casos en los que el ser querido estaba sufriendo mucho. En esos casos, se unen tristeza y alivio por dejar de ver sufrir al fallecido”, indicó.

Asimismo, Ballester sostiene que la aceptación de la muerte debe ser conversada entre personas desde una edad infantil, a debido a que es una etapa más dentro de la vida.

“Debemos realizar ese trabajo de aceptar la muerte como parte de la vida. Educar para la muerte desde la infancia. No puede ser que ocultemos a nuestros niños la muerte natural como si fuera algo terrible. Les engañamos a veces cuando un ser querido muere y sin embargo no nos importa que vean desde su más tierna infancia mil modelos de muertes violentas en los informativos, en las películas, en sus videojuegos”, cerró.