Unas peculiares estructuras rojas de cemento proliferan desde hace unas semanas en las calles de París. Las autoridades están experimentando un sistema de urinarios “ecológicos” que divierten a los turistas, pero provocan molestias entre los residentes.

En una ciudad en la que no es raro ver a hombres orinando en las calles, algunos han acogido la llegada de los “uritrottoirs” (urinarios en las veredas) como una idea que podría ayudar a liberar a la capital francesa de sus olores desagradables.

Pero otros residentes se han quejado de que estas escructuras rojas, similares a un basurero alto, dañan la estética en las pintorescas calles de París. Otros en cambio estiman que hay algo extraño en alentar a los hombres a orinar en la calle, incluso si es en un urinario.

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“Es un poco extraño (…) pero si necesitas ir, es mejor que orinar en la calle”, estima Jonathan, un turista de Nueva York.

“Orinar al aire libre, puede ser incómodo para algunas personas”, agrega mientras pasan por el Sena barcas con docenas de turistas.

Cubierto de plantas, estos urinarios “ecológicos” están llenos con paja para minimizar los olores. La alcaldía recoge la paja para crear con ella fertilizantes.

Tres urinarios fueron instalados discretamente en varios puntos de la capital bajo un plan piloto hace unos meses.

Pero la instalación reciente de un urinario en la prestigiosa Ile Saint-Louis, cerca de la Catedral de Notre Dame, está causando revuelo entre los residentes.

‘Escandalizada’

Françoise dijo estar “escandalizada” por la instalación de uno de estos urinarios “muy poco estéticos” en su barrio.

“Me parece bien, pero ponerlo aquí es una mala idea”, concuerda Grégory, un fotógrafo de 43 años que vive en esta zona desde hace tres años. “Deberían haberlo puesto en los muelles”, agrega.

Pero los urinarios deben ser accesibles a vehículos para que puedan ser vaciados cada tres semanas.

La alcaldía de París se defiende afirmando que los urinarios son instalados “a petición de los residentes“, y recuerda que por el momento están aún en fase de experimentación.

“Estamos totalmente abiertos a discutir sobre su ubicación”, señala Evelyne Zarka, una funcionaria del ayuntamiento del cuarto distrito de París, al que pertenece la Ile Saint-Louis.

Pero el “uritrottoir” más expuesto es sin duda el que está cerca al famoso cabaret Moulin Rouge, al que además muchos consideran como innecesario ya que está a pocos metros de un inodoro público.

“Pienso que a los turistas les da igual, pero los clientes franceses piensan que hay que quitarlo”, señala un mesero de un bar de la zona.

“Me gusta mucho la idea”, dice sonriente Scott Messori, un turista italiano. “En Italia no tenemos nada similar”, asegura.

Sobre la falta de privacidad, Laurent Lebot, uno de los diseñadores de la empresa Faltazi que concibió estos urinarios, explica que la policía no quería crear espacios donde la gente se pueda disimular, “para evitar problemas de droga o sexo que pueden ocurrir en urinarios cerrados”.

Pero la principal crítica hasta ahora es que las autoridades sólo pensaron en los hombres. “¿Y las mujeres qué?”, se preguntan las parisinas.