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National Geographic captó en 2014 un sorprendente registro en la naturaleza, donde un pingüino regresó a su nido y descubrió a su pareja con otro macho, desencadenando una brutal pelea. A pesar de que los pingüinos son conocidos por ser monógamos, a veces pueden separarse.

Hace ya más de 10 años, National Geographic captó una impresionante escena en la naturaleza, se trató de un pingüino que regresó a su nido tras pasar un tiempo afuera y descubrió a su pareja con otro, lo que desató una sangrienta pelea.

Las imágenes dieron la vuelta al mundo por allá en 2014, pero, ¿qué fue lo que realmente pasó? ¿Pueden ser los pingüinos infieles?

El video muestra el momento en que más de 200.000 pingüinos regresan a una isla después de pasar un periodo fuera, pero uno de ellos encontró a otro macho en su nido.

Los pingüinos son una de las especies más monógamas de la naturaleza. De acuerdo con NatGeo, un 72% de los machos vuelven a aparearse con la misma hembra cuando regresan a sus nidos, pero a veces estos planes cambian.

Las parejas de pingüinos no suelen separarse a menos que uno de ellos muera, pero a veces también se “divorcian”. Puede ser que algunos machos tarden en regresar y las hembras hayan pasado página.

También si una hembra pierde su nido, puede necesitar la ayuda de un macho soltero para construir otro y acarrear piedras.

Algunas investigaciones incluso han documentado que algunas hembras engañan a otros pingüinos solteros para que las ayuden, pero no llegan a concretar el coito. En otros casos sí.

El pingüino que descubrió a su pareja con otro

Las imágenes muestran cómo el pingüino se acerca a su nido y descubre a su hembra con otro, por lo que se genera un fuerte enfrentamiento entre ambos machos.

En momentos así, a los pingüinos no les queda más que pelear hasta que el intruso se vaya, pero realmente es la hembra la que decide.

Los pingüinos pueden tener peleas bastante sangrientas si la situación lo amerita, debido a que sus alas tienen huesos fuertes a diferencia de otras aves con alas livianas para volar.

Sus plumajes los ayudan a proteger sus órganos vitales, por lo que terminan atacándose el rostro y los ojos.

En el registro de NatGeo, la hembra escoge a su nuevo compañero, y aunque el pingüino intenta pelear en una segunda ocasión, sus esfuerzos son en vano y ella no cambia de opinión.

Finalmente, se retira ensangrentado.

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