"Más de 4 mil niñas son víctimas de explotación sexual comercial infantil en Chile cada año, con cifras proyectadas desde 2004 que nadie ha querido actualizar. El número de denuncias crece velozmente, sin embargo, la oferta del Estado sólo acoge a 1 de cada 5 víctimas en su programa “especializado” que no cuenta con especialistas ni cobertura para trauma complejo, como son las intervenciones requeridas en estos casos".

No sabe por qué llego ahí. Recuerda que como siempre la fueron a esperar para llevarla a casa del tío Gastón. No era la primera vez, había ido otras veces, incluso con amigas. Nadie le dijo que estaba mal, ella creía que eran pololos. Todavía no cumplía los 14 y ya soñaba con tener una casa llena de hijos, varios por pieza, como en la residencia, pero sin tías. Sólo ella, su mami.

De pronto entra la inspectora, con la placa al cinto la encandilaba. Sentada no alcanzaba su cintura, de la que sobresalía un arma firmemente asegurada, que contrastaba con la mirada dulce con que le hacía cariño. Hablaron un buen rato, hubo cuidado y luego la acompañaron a los peritajes y la llevaron al centro. Ella era víctima, pero no lo entendía. Tenía Amor y ahora nada, al menos eso creía. Buscando afecto y protección creyó en el hombre bueno que le traía cosas ricas para comer a ella y sus hermanos de pieza. Todos en la residencia sabían y no hacían nada. Sólo una tía habló y denunció, pero ya no estaba. El relato de un vecino a una ONG encendió las alarmas y de allí la fiscalía hizo lo que no hicieron ni garantes ni protectores.

Había informes, memorándums y conversaciones, pero la Charito cada viernes desaparecía mientras nadie hacía nada. Como ella, más de 4 mil niñas son víctimas de explotación sexual comercial infantil en Chile cada año, con cifras proyectadas desde 2004 que nadie ha querido actualizar. El número de denuncias crece velozmente, sin embargo, la oferta del Estado sólo acoge a 1 de cada 5 víctimas en su programa “especializado” que no cuenta con especialistas ni cobertura para trauma complejo, como son las intervenciones requeridas en estos casos.

En sucesivos marcos para la acción, se han diluido los compromisos de erradicar esta terrible forma de explotación que actúa incluso dentro del mismo sistema de protección del Estado. Hace un par de años la Comisión Investigadora de Explotación Sexual Comercial Infantil en niños bajo protección del Estado constató la falta de mecanismos preventivos, de tratamiento especializado, de apoyo a la inserción social de víctimas, ausencia de monitoreo de datos, constató el abandono absoluto a las niñas que sufren esta realidad.

A partir de ello, desde la sociedad civil, surgió la plataforma actuaresurgente.cl que ha mantenido visible los compromisos y el seguimiento del cumplimiento del Estado, de los garantes y de la sociedad Civil. Desde esa vereda no se entiende cómo es posible que el Servicio de Protección acredite a organismos con tales niveles de negligencias y vulneraciones, donde no sólo es el caso de un abusador, sino de una organización capaz de mirar para el lado cuando su rutina de selección y cacería operaba con absoluta impunidad y mientras tanto recibía sucesivas y cuantiosas subvenciones para seguir operando.

No se entiende cómo en lugares de protección y fuera de ellos, hay miles que actúan impunemente, porque saben que el 90% de las causas no recibirán ningún tipo de condena o ninguna sanción disciplinaria luego de un sumario eterno, pretexto para limpiar sus culpas. Es una vergüenza para nuestro País que niños y niñas no puedan dormir tranquilos cuando deben ser protegidos, que tengan miedo a la oscuridad que alberga impune al abusador, una vergüenza que no puedan ser abrazados con inocencia y verdadero cariño, una vergüenza que transen con ellos y los apunten con el dedo, culpándolos de la brutalidad de un proxeneta al que un garante entregó en sus manos, victimas de sicariato para que no hablen, amenazados por quienes secuestran la protección que la Ley les prometió.

Nuestros niñas y niños mueren primero en el alma y luego en sus frágiles cuerpos y nos escandalizamos de una película que pareciera mostrarnos realidades lejanas y que, sin embargo, están ahí, a menos de una estación de metro, en el centro donde venden completos, en la salida a la autopista, en el paseo a la montaña, en la faena y en la frontera. En la casa de tu vecino. Ahí está una niña apagándose y tú y yo sin hacer nada. Actuar es Urgente.

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