En la reciente Cuenta Pública, el presidente Boric reafirmó que el Gobierno impulsará la reducción de la jornada laboral de 45 a 40 horas semanales, alcanzando así algo que es una realidad en muchos países.

Si se miran las cifras, Chile figura entre las naciones de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) que más horas trabaja al año, en un rango similar a Brasil, El Salvador, Honduras y República Dominicana (41 a 45 horas) y muy lejos de países como Holanda, cuya jornada laboral alcanza las 29 horas a la semana.

Sin embargo, más allá de los números es fundamental reflexionar en torno a cómo lograrán las empresas mantener la productividad y el rendimiento sin afectar a sus trabajadores. La respuesta, frente a ello, es una sola: se debe invertir en capacitación, para potenciar sus habilidades y fomentar el tan ansiado equilibrio vida-trabajo. Nuestros índices de salud mental han ido en decadencia y esta modificación, mal articulada, podría empeorar esa realidad.

Más allá de las cinco horas, la nueva ley debe impulsar estrategias para la formación de personas más efectivas, mejorando el desempeño de la fuerza laboral y no agobiándola con la presión de ser más productiva en menor tiempo.

Más de 3 años han transcurrido desde que se planteó por primera vez la idea. Es de esperar que las organizaciones hayan tenido tiempo para reflexionar en torno a cómo abordar este cambio sin afectar el bienestar de los equipos.

Rodrigo Correa, gerente de Mandomedio Consulting.

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