Hace algunas semanas se conmemoró el Día Internacional de las Niñas en las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC), que tiene como objetivo disminuir la brecha de género y fomentar una mayor participación femenina en el ecosistema tecnológico.

Y es que, a pesar de que la industria tecnológica está enfrentando la necesidad urgente de incorporar a más profesionales para suplir la gran demanda de expertos que requiere la digitalización, hay talento que no está siendo potenciado, tanto desde la academia como desde el ámbito laboral.

Resulta alarmante que, de acuerdo con la UNESCO, en promedio un 32% de estudiantes y graduadas en STEM en Latinoamérica son mujeres, y en Chile sólo alcanza el 19%. Asimismo, las cifras señalan que sólo 3 de cada 10 personas en ciencia y tecnología son parte de la población femenina.

Además, pese a las variadas iniciativas que han realizado organizaciones para disminuir la brecha de género, el porcentaje de mujeres que ingresa a carreras y trabajos relacionados con tecnología no supera el 5% según cifras de la Asociación Chilena de Empresas de Tecnología de Información (ACTI).

Por otra parte, las diferencias de género no solo se presentan al momento de estudiar. Sólo el 26% de las empresas en Latam tiene programas de retención y atracción de talento femenino. El proceso de inclusión femenina debe ser una tarea “de 360 grados”, donde los esfuerzos también se enfoquen en atraer el capital humano y retener al mejor potencial.

Es importante avanzar para eliminar los estereotipos y construir un mercado más equitativo con talento diverso. Si bien, es una tarea difícil que debe comenzar desde la infancia e ir desarrollándose con los años, las empresas deben entender que sumar talento femenino no es antojadizo ni se trata de acortar una brecha por buena voluntad, sino que entrega ópticas innovadoras e influye de manera positiva en el diseño y programación de productos, generando soluciones que respondan a sus usuarios reales y tengan mayores tasas de éxito.

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