En nuestro entorno globalizado, las organizaciones deben gestionar su impacto cultural, de tal modo que permita lograr resultados no solo en lo económico, sino también en la sustentabilidad, la creación y formación de sus equipos, por nombrar solo algunos. Enfocarnos hoy únicamente en el sector económico donde realizo mis principales labores o están mis competidores no es suficiente. Los impactos ya trascienden estas capas conocidas y también las fronteras, así como también los beneficios económicos y consecuencias.

Si observamos a un equipo deportivo, sin duda los factores que están involucrados son mucho más que ganar uno o muchos campeonatos. Se considera también el cómo se conforma el equipo, las personalidades, las características únicas de cada posición o jugador, y el perfil de los líderes que se desea desarrollar. Sin embargo, no es menos importante reconocer las debilidades del equipo para considerar dónde invertir los recursos humanos y técnicos para lograr los resultados y cultura deseada. Así también, elementos más lejanos o menos cotidianos, como su entorno económico, su situación social, historia, popularidad y un sinfín de otras características también con parte de esta ecuación.

Con una estrategia planteada, y un plan para poder lograr el cumplimiento, estamos frente a la gestión de un cambio, que ciertamente va a impactar a la organización como un todo: a sus personas, su método de trabajo, sus ventas e, incluso, en quienes se relacionan con ellos, siendo no parte de la organización, como lo serían proveedores, autoridades, entre otros.

Existe evidencia de impactos en ciudades y países enteros, donde incluso sus lemas, emblemas y otras características particulares llevan la impronta de alguna organización que sea trascendental para esa ciudad o país.

Hablamos de un impacto cultural cuando ya no solo se impacta a la misma organización, sino también al entorno y a las personas que se relacionan directa o indirectamente con esta. El conductor natural de esta cultura son las personas, y su rol es crítico para que el impacto sea permanente. La marca, el potencial empleador, el reconocimiento de la industria, son algunas de las muchas maneras de medir el impacto generado.

La consecución de logros de manera sistemática en el tiempo, como resultado de un plan correctamente diseñado y ejecutado, acorde a la organización, sus colaboradores y sus características, trasciende a los miembros del equipo y a su propia estructura. Esto entonces se convierte en una responsabilidad para cualquier organización que no solo busque ser exitosa, sino que desee mantenerse en el tiempo.

Carlos Romero
Olivia Consultoría

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