La pandemia por covid-19 ha afectado al mundo entero. Las necesidades de atención ginecológica, también se han visto alteradas y el retraso en los controles médicos para diagnósticos, tan críticos como el cáncer cervicouterino o el cáncer de mama, se han transformado en el lado B de esta crisis sanitaria. Es aún más impactante en los tiempos que vivimos, donde ya existen las estrategias y tecnologías para detectar, a tiempo, estos tumores y curar estas complejas enfermedades que afectan a las mujeres. El problema hoy es que muchas de ellas, han dejado de realizarse exámenes preventivos como el PAP, mamografías, ecografías, entre otros procedimientos importantes en la salud femenina, complejizando diagnósticos, e inclusive llegando tarde para tratamientos más efectivos. Entonces, ¿Por qué nos estamos postergando?

Es probable que, a largo plazo, veamos muchas más muertes como resultado del retraso en la atención de salud, a raíz del covid-19. Situación, que lamentablemente, es transversal en todas las especialidades médicas.
El contexto actual obligó a las sociedades científicas enfocadas en la salud femenina a focalizar sus directrices y protocolos a pacientes embarazadas, lo cual ha sido importante para proteger su salud y la del que está por nacer, sobre todo porque aún no existen estudios de calidad que señalen qué problemas puede contraer el covid-19 en ellas y sus hijos.

Sin embargo, esto ha generado que pacientes no embarazadas postergan su salud, y por tanto, sus pronósticos de vida. A casi un año de la pandemia, se han retrasado controles médicos, cirugías electivas, que si bien no son de riesgo vital, si alteran la calidad de vida y empeoran la salud de las mujeres.

En esta materia, existen múltiples temas críticos que preocupan y por los que, como ginecólogos y ginecólogas, debemos velar. En primer lugar, la prevención de embarazo no deseado, el acceso a métodos anticonceptivos y de planificación familiar son considerados por las sociedades internacionales como un servicio esencial y un derecho humano fundamental, incluso en pandemia. En este sentido, veo en mi práctica cotidiana cómo la crisis sanitaria ha restringido el acceso y continuidad del uso de métodos anticonceptivos por múltiples causas que van desde dificultades económicas, menor acceso en los centros de salud, falta de recetas hasta por abastecimiento deficiente, etc. Esto puede ser visto como un tema menor, pero este es un problema que vemos con mucha preocupación, puesto que la mayoría de los embarazos no deseados ocurren en mujeres adolescentes y en situación de vulnerabilidad social.

Por otro lado, la salud sexual también ha sido un motivo de consulta frecuente y que requiere un manejo integral y multidisciplinario. En tanto, patologías como las infecciones de transmisión sexual y/o cánceres ginecológicos, hoy no se están controlando por las pacientes. Y muchas de ellas, llegan a control en los momentos más críticos de la enfermedad.

Con toda esta información, queda preguntarnos ¿cuándo agendamos hora con nuestro médico? Hay cosas relevantes que considerar al tomar estas decisiones, tales como tu estado de salud actual, contar con diagnósticos conocidos de enfermedades o exámenes alterados en seguimiento. Además, se debe tener en consideración el estado de propagación del virus en el lugar donde vives, qué formas de acceso a control alternativos están disponibles, como la telemedicina, el control telefónico y la consulta a domicilio.

La pandemia ha alterado la práctica médica de una forma sin precedentes. Estamos perdiendo años de avances, estudios y manejo de patologías que pueden prevenirse y curarse si son diagnosticadas a tiempo, en mi área, en especial el cáncer de cuello uterino y el cáncer de mama.

Si bien, la pandemia alteró nuestra cotidianeidad, también nos ha dado la oportunidad de romper las barreras de la distancia y mejorar los accesos a la salud en toda la población, a través de la atención a distancia, la que también ha ayudado a que pacientes de regiones alejadas tengan acceso a los especialistas que requieren.

Sin duda, la salud femenina nunca debe ser descuidada. Y hoy, debemos aprovechar estas circunstancias difíciles, transformarlas en oportunidades para fortalecer e impulsar el acceso continuo a la atención de salud ginecológica ambulatoria integral y esforzarnos por lograr la equidad en la salud de las mujeres de todo el país, ahora y en el futuro.

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