La pandemia del coronavirus COVID-19 no es la primera que afecta a Chile. Es normal que, aunque no lo sepamos, si investigamos la historia de nuestra familia, descubramos que al menos uno de nuestros ancestros o familiares que vivieron por 1918 y 1919 hayan muerto por la Gripe Española en nuestro país, pandemia que asoló el mundo en esa época. El siguiente texto habla de cómo una familia, como muchas otras, vio marcada su historia hasta hoy por un virus.

Francisca tenía 28 años de edad. Ya contaba con cuatro hijos, incluyendo unos gemelos y una bebé de dos años. Era una mujer de campo que vivía en Carrizalillo, San Ignacio, en Ñuble.

Solo se dedicaba a su casa. Se había casado a los 23 con su primo que tenía 47 (tío lejano de ella a la vez). En fin, un entorno normal en el país. Su marido, Reinaldo, ya había comprado un terreno antes de casarse para hacerse una casa en la ciudad más cercana, Chillán, y estaban seguros de irse a vivir allá definitivamente.

Pero una pandemia brotó, que mató a millones… llegando a Carrizalillo. Francisca se contagió y falleció. Su marido quedó solo con los cuatro niños pequeños. Al año siguiente murió también la bebé. Volvió a casarse unos años después. Se mudó con su nueva mujer, también su pariente, al fin a Chillán, donde en la década de 1920 se estableció en un nuevo terreno que compró, tratando de hacer una nueva vida para dejar atrás el triste recuerdo de las muertes y secuelas de la pandemia le dejaron.

El tiempo pasó. Una de los gemelos de Francisca fue mi abuela, y yo vivo en ese terreno que ya lleva 100 años de uso por sus descendientes. Siempre supimos que Francisca murió joven y eso nos marcó. Su partida de defunción y las adyacentes, dan cuenta de la vida de mucha gente afectada por la Gripe Española, la pandemia que golpeó entre 1918 y 1919. Dos largos años.

Ella se fue en una de las oleadas finales. No olviden que llevamos recién unos meses de la pandemia actual. Falta al menos un año para que esto acabe (o quién sabe). Debemos cuidarnos. Debo cuidarme. Sentiría como una derrota contagiarme y morir, habiendo vivido en un lugar que mi bisabuelo compró para dejar atrás los males que esa otra pandemia centenaria provocó en sus vidas.

Pero vamos, nos quedan muchas generaciones más por delante que, al igual que nosotros, podrán vivir felices, recordando que hubo un momento en el tiempo, como en esas fiestas, cuando las clases en los colegios o los abrazos tuvieron que suspenderse durante 2020, cuando ya nadie recordaba que otras pandemias habían cobrado vidas… pero no el futuro que aún podemos escribir.

Gonzalo Luengo Orellana
Profesor de inglés, genealogista, coleccionista filatélico
En Instagram: @gonzaloluengo

Nuestra sección de OPINIÓN es un espacio abierto, por lo que el contenido vertido en esta columna es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial de BioBioChile