Sin duda la respuesta es positiva, pero el real desafío radica en que -a pesar de todo el esfuerzo y gran cantidad de recursos destinados a la prevención y respuesta - debemos lograr un compromiso de toda la sociedad, impulsado un cambio conductual de las personas, y asegurando compromiso firme de instituciones públicas y privadas.

El inicio de la primavera y el aumento paulatino de las temperaturas en la región trae la preocupación que, pronto, se iniciará el “periodo de incendios forestales,” con las consecuencias que eso implica.

Las emergencias y desastres que significaron los incendios ocurridos este verano recién pasado, han dejado una profunda cicatriz en el Biobío, con 18 fallecidos, cerca de 10 mil personas afectadas; 2 mil viviendas destruidas aproximadamente; alrededor de 180 mil hectáreas arrasadas por el fuego, junto a la pérdida de biodiversidad y afectación de los modos de vida de las personas.

Sin duda, la lista de la afectación es larga y lamentable.

El escenario marcado por el cambio climático y el paisaje son una realidad, por lo cual se estima que el foco en donde debemos poner nuestra atención es en la prevención. Lo anterior, teniendo en consideración que -en la región en el periodo pasado- todos los siniestros tuvieron un origen antrópico, es decir, intervención humana: descuidos, negligencias e incluso intencionalidad, ahí es donde se puede marcar la diferencia, generando un cambio conductual en toda la comunidad.

Esto nos hace suponer que es de interés común que esa amarga experiencia no se repita y, por lo tanto, es relevante conocer cómo nos estamos preparamos para enfrentar este nuevo periodo de mayor ocurrencia de incendios.

El Sistema de prevención y respuesta ante desastres, SENAPRED, integrado por diversos actores públicos y privados, trabaja en forma permanente en acciones de prevención y en el desarrollo de capacidades de manera de enfrentar esta amenaza en mejor forma.

En junio pasado, iniciamos un trabajo de coordinación y preparación con los organismos competentes, lo que permitió a finales de agosto, la elaboración de la Estrategia para el Fortalecimiento de la Gestión de Incendios Forestales 2023-2024.

Sobre la estrategia

Esta iniciativa sistematiza un conjunto de acciones a realizarse en materias de prevención, mitigación y preparación para la respuesta, elaboradas a partir de las lecciones aprendidas de la gestión frente a los incendios 2022-2023.

La construcción de ésta fue realizada con la participación de organismos públicos, Ministerios, Servicios, FFAA, el sector privado, la sociedad civil organizada y organismos del Sistema de Naciones Unidas, integrando en ella, recursos y capacidades que permitirán fortalecer la preparación y la respuesta ante los incendios forestales.

La ejecución de las acciones comprometidas, las que se complementan con otras que realizan municipios, gobiernos regionales, empresas privadas, son una muestra de la importancia de articular una gestión que sea pertinente y coherente con nuestras realidades territoriales.

En el nivel individual, es importante que las personas que habitan o visitan la región, conozcan los riesgos con los cuales deben convivir. En virtud de aquello, es necesario ir generando sociedades más informadas, capaces de tomar buenas decisiones ante la activación de las amenazas.

Para aquello, SENAPRED, pone a disposición de las personas información en el visor Chile Preparado, junto con recomendaciones específicas en el sitio web www.senapred.cl . Asimismo, la invitación está abierta hacia la comunidad para mantenerse informada a través de los canales oficiales, siguiendo las distintas vías de difusión (Delegaciones, SENAPRED, etc.).

De igual forma, es muy importante que, ante la activación de nuestro sistema de alertas, las personas ejecuten las acciones específicas que se han definido.

El rol personal, colectivo e institucional

El siguiente paso es la organización de las familias para poder enfrentar una situación de emergencia, debiendo existir una planificación que indique cuales son los riesgos y como serán enfrentados. Además, es indispensable que las personas ejecuten acciones de preparación en sus hogares y entorno para disminuir el riesgo.

Avanzando hacia lo colectivo, es indispensable que las comunidades, especialmente aquellas que se encuentran en zonas de interfaz y en zonas rurales de alto riesgo de ser afectados por incendios de vegetación, se organicen, conozcan sus riesgos y ejecuten acciones preventivas para preparar el territorio. También, deben identificar las eventuales zonas seguras, y definir una planificación ante eventuales procesos de evacuación hacia lugares de menor riesgo.

En este nivel es fundamental el accionar de los gobiernos locales; en la actualidad los equipos municipales están realizando una serie de actividades de prevención establecidas en sus Instrumentos de Gestión de Riesgos de Desastres, pero ese trabajo será más efectivo si existe un compromiso, involucramiento activo y cooperación de la comunidad.

El Gobierno Regional se encuentra realizando importantes aportes de recursos a CONAF, Bomberos y municipios en busca de aumentar las capacidades de estos integrantes del Sistema.

Por otra parte, la Delegación Presidencial Regional se mantiene dirigiendo y coordinando el trabajo del Comité Regional de Gestión del Riesgo de Desastres, identificando las brechas existentes y gestionando lo necesario para avanzar en su solución.

De igual modo, el gobierno central ha aumentado significativamente los recursos a CONAF para el combate de los incendios, contando para este periodo de mayor recurrencia, con más brigadistas, maquinarias y aeronaves, además del reforzamiento de las acciones en terreno.

Por otro lado, Bomberos de la región se encuentran mejorando su equipamiento y capacitándose en acciones de combate de incendios de vegetación en virtud de convenios firmados con la Corporación de la Madera y CONAF. En el corto y mediano plazo, recibirán importantes aportes del Gobierno Regional para aumentar sus capacidades. Su permanente compromiso y abnegación son un soporte a las acciones de respuesta.

Los privados también se encuentran comprometidos con la problemática, trabajando en conjunto con los actores gubernamentales y materias de prevención y combate. Destaca el trabajo que realiza la Red de Prevención Comunitaria, organización que busca desarrollar en comunidades de interfaz urbano-rural, la capacidad de prevenir incendios de manera colaborativa y permanente. En la actualidad, han formado más de 182 comités en la Región del Biobío y siguen trabajando en aumentar su cobertura territorial.

De igual forma, Carabineros de Chile, la Policía de Investigaciones, el Ejército de Chile y la Armada de Chile han participado activamente en el desarrollo de tareas específicas, formando parte de las acciones de preparación en desarrollo.

Finalmente, distintas organizaciones de la sociedad civil forman parte de este trabajo y contribuyen en áreas de acción específicas, contribuyendo a reducir el riesgo y/o a las acciones de respuesta.

Ante la pregunta ¿Estamos mejor preparados que el periodo anterior?, sin duda la respuesta es positiva, pero el real desafío radica en que -a pesar de todo el esfuerzo y gran cantidad de recursos destinados a la prevención y respuesta de los incendios forestales – debemos lograr un compromiso de toda la sociedad, impulsado un cambio conductual de las personas, en el sentido de evitar la generación de incendios de vegetación.

Solo así, todo este trabajo que une al sector público, privado y a la sociedad civil organizada llegará a buen puerto. Frente a la protección de nuestros territorios y nuestros ecosistemas debemos sentirnos todos y todas convocados.