Debido a la falta de libros adecuados para sus necesidades educativas, tras una presunta insuficiente producción, apoderados de alumnos ciegos y con baja visión, junto a la agrupación Acaluces, presentaron un recurso de protección en contra del Ministerio de Educación (Mineduc) ante la Corte de Apelaciones de La Serena para denunciar el accionar del organismo.

Según la presidenta de la colectividad, y madre de un niño ciego que cursa cuarto básico, Carmen Gloria Tapia, se les comunicó en abril que el retraso en la entrega se debió a que hubo reajustes curriculares, lo que afectó el contenido de los textos.

No obstante, ya se acerca la mitad del segundo semestre y los menores siguen sin contar con los recursos educativos. “Aún no nos entregan ninguna solución”, disparó la madre.

La acción legal fue interpuesta en el tribunal de alzada este jueves y contó con el apoyo del abogado no vidente, Juan Pablo Segovia, quien criticó la situación.

“El Estado tiene el deber de procurar para sus ciudadanos todos los medios necesarios para resguardar y promover el respeto de sus garantías fundamentales, cosa que aquí entendemos que no se ha hecho”, detalló.

El retraso, en concreto, se habría generado porque la cartera de Gobierno no habría procurado manufacturar los suficientes libros, con el objetivo de cubrir toda la demanda existente, motivo por el cual los niños afectados no recibieron los textos correspondientes al año académico en curso.

No obstante, desde la Seremi de Educación reconocieron el problema, pero se desmarcaron del hecho.

El titular del ente, Luis Tello, acusó que el Gobierno anterior no consideró los tiempos requeridos para la preparación de los textos escolares, “los cuales se demoran hasta un año”.

En línea con lo anterior, la autoridad adelantó que en 2019 se atenderá la demanda completa, “lo que es un buena noticia ya que hasta el año pasado no se cubría a todos”, sostuvo. Además, anunció que también entregarán materiales para la enseñanza de estudiantes con discapacidad auditiva.

Testimonios

Giselle Muñoz es madre de Alonso, un niño que cursa quinto básico. Según declaró, el menor ha tenido “muchas dificultades” en su día a día ya que no puede completar las tareas en clase sin que le dicten.

“Por lo que no puede ser autónomo en su colegio porque los libros que usan son en tinta, es decir, los convencionales”, lamentó.

A lo anterior sumó los problemas que han tenido sus profesores, quienes debieron adaptarse para sólo evaluarlo oralmente ya que no manejan el método Braille.

Consuelo Martínez es madre de Emilia, una niña de tercero básico, quien fue integrada hace poco a un colegio tradicional desde un establecimiento especial, donde -dijo- “tenían mucho material para personas ciegas”.

Pero aquello cambió en el nuevo recinto. “Ahora que integré a Emilia a uno tradicional, me he percatado que no tiene las herramientas suficientes para poder estudiar y hacer las tareas”.

“Nuestro objetivo es que nuestros niños tengan una educación de calidad y que vayan a la par con sus compañeros que sí pueden ver”, sostuvo Claudia Gómez, otra apoderada y madre de un niño no vidente.