Cuando uno lee el mensaje en un letrero que dice “no tirar basura, ni cadáveres”, que además está en un camino alejado y solitario de la ciudad al lado de un río, se presta para pensar en que algo macabro podría estar pasando por aquel lugar.

O por lo menos así lo creyeron algunos habitantes de la ciudad de Copiapó, región de Atacama, cuando con asombro pasaban frente a él en el Callejón Diego de Almagro.

¿Pero cuál es la verdadera razón del por qué existe este cartel?

La explicación de esta historia la relata Miguel Molina, dueño del centro de eventos y viveros “El Edén”, quien es propietario del terreno que colinda con dicho callejón y con el río Copiapó.

El empresario cuenta a AgenciaUno que debido a la gran cantidad de basura y botellas que dejan o tiran algunas personas que van al lugar de noche a “carretear”, les pedía a dos de sus trabajadores que limpiaran el sector que está a un costado de su terreno.

A ellos no les gustaba obviamente esta situación porque la zona se convirtió en una especie de basurero clandestino. “Era como ir a limpiar la basura que dejan en la puerta de tu casa”, comenta Molina.

El asunto se complicó cuando en un par de ocasiones se encontraron con la presencia de perros muertos. Por lo que los jóvenes trabajadores cansados de encontrarse con estos horribles hallazgos, decidieron tomar unos trozos de cholguán y colgar el letrero.

Y no solo está este mensaje. Cerca del lugar también colocaron otro cartel para invitar de una manera coloquial a que la gente que vaya a este sitio no tire más basura. El letrero dice: “Te creí vío y andaí ensuciando el río”.

KARL CHINGA GRAWE / AGENCIAUNO
KARL CHINGA GRAWE / AGENCIAUNO

En un principio, relata que se rieron de esta anécdota de los carteles, pero el dueño del centro de eventos “El Edén” afirma que “estos letreritos causaron impacto”.

Molina recuerda haber presentado unas denuncias para que fiscalizaran el lugar porque su entrada se llenaba de basura y no tenía elementos que le permitieran controlar lo que pasaba afuera de su propiedad; que por su puesto le perjudicaba para su negocio.

“Desde que colocaron estos cartelitos como que todos se han preocupado. Han sido más efectivos que cualquier fiscalización o que cualquier autoridad. Este es un idioma paralelo, las generaciones de ahora no se entienden como nosotros”, concluye el empresario que es dueño del terreno desde 1995.