Rusia está multiplicando las maniobras militares, llamadas “Hermandad Eslava”, “Hermandad Indestructible”, “Escudo del Océano” o “Cáucaso-2020” para congregar a sus aliados a pesar de la pandemia de covid-19, en un contexto de nuevas tensiones con Occidente.

Las mayores maniobras estacionales empezaron el lunes en el Cáucaso ruso, involucrando hasta 80.000 militares con maniobras navales previstos en el Mar Caspio y el Mar Negro. Entre los participantes extranjeros se encuentran China y Bielorrusia, así como Irán, que enviará buques.

Llamadas “Cáucaso-2020” y previstas para durar hasta el 26 de septiembre, “estas maniobras son la principal verificación anual de la capacidad de las fuerzas armadas rusas para llevar a cabo un conflicto a gran escala”, según el analista militar Vasily Kashin de la Alta Escuela de Economía de Moscú.

Por encima de todo, deben poner a prueba “los altos niveles del mando militar”, explica el experto.

Según el ministerio de Defensa, en las operaciones de combate participarán 12.900 soldados, hasta 250 tanques, 450 vehículos blindados, 200 sistemas de artillería y varios sistemas de lanzamiento de cohetes, incluido el TOS-2 de última generación.

A pesar de la potencia desplegada, estas maniobras son más modestas que las de 2019, en las que participaron 128.000 soldados en maniobras similares en el centro del país, y que las de 2018, con 300.000 movilizados en el Lejano Oriente.

Dimitar Dilkoff | Agence France-Presse
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Tensiones Este-Oeste

Bielorrusia suele participar en las maniobras rusas pero este año su presencia también es una muestra de apoyo a su presidente, Alexander Lukashenko, que se enfrenta a un movimiento de protesta sin precedentes contra su reelección el 9 de agosto, considerada fraudulenta.

Las maniobras “Cáucaso-2020” se están llevando a cabo en paralelo con maniobras ruso-bielorrusas llamadas “Hermandad Eslava” en las que participan unos 900 soldados.

El martes, dos bombarderos rusos Tu-160 volaron sobre la zona de entrenamiento, cerca de la ciudad de Brest, en la frontera entre Bielorrusia y Polonia, una acción simbólica en el contexto actual.

Lukashenko acusa a sus vecinos polacos y bálticos de alentar las protestas y, tras meses de tensión, ahora proclama sus indestructibles lazos con Rusia, acusando a Occidente de querer hacer de su país un “trampolín”, un campo de batalla, para una “guerra” contra Rusia.

En octubre habrá otras maniobras en Bielorrusia, en el marco de la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva (OTSC), dominada por Rusia y que reúne a las antiguas repúblicas soviéticas.

Ucrania, escenario de un conflicto en el este alimentado por el apoyo ruso a los separatistas, percibe estas maniobras como una amenaza, particularmente en las costas del Mar Negro.

“El ministro de Defensa ucraniano señaló que las maniobras militares internacionales de Rusia suponen una amenaza. Las actuales unidades militares que participan en las maniobras podrían ser utilizadas para provocar una escalada y amenazar la estabilidad en la zona del Mar Negro”, dijo el ministerio.

Las flotas ucraniana y rusa ya tuvieron pequeños enfrentamientos en la zona desde la anexión de Crimea en 2014, y la OTAN patrulla allí.

Estas maniobras confirman el papel de Rusia en Asia, desde que las tensiones con Occidente aumentaron a raíz de la crisis ucraniana. China participará en las maniobras, como lo hace desde 2018.

Las relaciones de Moscú con Occidente se deterioraron aún más en los últimos años con múltiples casos de espionaje e interferencia, y ahora con el supuesto envenenamiento del principal opositor del Kremlin, Alexei Navalny.

Cada año Moscú dice que las maniobras se realizan en una perspectiva “puramente defensiva” y contra un enemigo “teórico” pero suponen también una oportunidad de mostrar su fuerza.

Rusia está llevando a cabo un costoso plan para modernizar sus fuerzas armadas, y estuvo probando muchas armas en condiciones reales desde 2015 en Siria, en guerra.

En comparación con las últimas maniobras en el Cáucaso en 2016, Rusia “aumentó su número de sistemas de artillería, de drones”, “aumentó el número de sus nuevos aviones de combate y de sus sistemas de defensa antiaérea”, incluidos los temidos S-400, señala el experto Vassili Kashin.