A la Alemania Oriental llegaron cerca de 2.000 chilenos exiliados, escapando de la dictadura de Pinochet. En el régimen socialista encontraron refugio, pero también dificultades.

La migración de alemanes hacia el lado oeste de Berlín significó un problema para el Partido Socialista Unificado de Alemania (PSUA). Se estima que alrededor de 2,7 millones de personas abandonaron Berlín Oriental entre 1949 y 1961.

Aunque no todo fue éxodo en la RDA. También del lado socialista del muro se acogió a personas de diferentes partes del mundo, como España, Vietnam y Chile.

De este último país llegaron cerca de 2.000 refugiados a vivir a la RDA. El golpe de estado del 11 de septiembre de 1973, que derrocó al gobierno del presidente socialista Salvador Allende, y la posterior dictadura militar, obligó a más de 200 mil chilenos a emigrar a diferentes partes del mundo.

Joel Robine | Agence France-Presse
Joel Robine | Agence France-Presse

Los nuevos huéspedes de la Alemania Oriental eran, en su mayoría, funcionarios políticos, aunque también eran actores, dramaturgos, escritores o pintores.

“El 95% eran considerados por el régimen como personas muy letradas. Sin embargo, casi todos tuvieron que trabajar en fábricas, muy por debajo de sus calificaciones”, dice a Deutsche Welle Jost Maurin, periodista del diario “taz” e historiador alemán que investigó sobre los refugiados chilenos en la RDA.

Los chilenos fueron parte de la propaganda de la RDA

El partido comunista chileno, en conjunto con la RDA, impulsó una fase de proletarización para la mayoría de chilenos exiliados en el Este de Berlín. Es decir, al principio deberían realizar oficios que no necesariamente correspondían con sus estudios.

“La mayoría no sabía alemán y si trabajaban en puestos más altos, más calificados, la RDA también podía tener problemas con la seguridad del régimen(..) Los comunistas chilenos pensaban que sería bueno que sus compañeros intelectuales conocieran la realidad de los trabajadores socialistas”, explica el periodista Jost Maurin en entrevista con Deutsche Welle.

ARCHIVO | F. Lee Cockran | Wikimedia
ARCHIVO | F. Lee Cockran | Wikimedia

Esta etapa fue solo al comienzo, pues, más tarde, el grupo de exiliados pudo desarrollar sus oficios u profesiones en el régimen. Maurin cuenta que la comunidad chilena fue muy activa dentro de la RDA y que incluso se publicaron libros y revistas.

“Los chilenos eran un motivo, un instrumento de la propaganda de los medios de comunicación estatales en la RDA de comienzos. La idea era mostrar el humanismo del régimen, porque esos ‘pobres chilenos’ que ahora tenían que huir de su país, podían venir aquí e iban a vivir muy bien”, señala a DW.

Dentro de la comunidad chilena había fuertes diferencias sociales

Los exiliados chilenos recibían al principio entre 2.500 hasta 5.000 marcos, la moneda de entonces en Alemania oriental; también se otorgó un crédito sin intereses de 13.000 a 50.000 marcos para la compra de muebles y acceso a nuevas viviendas, que por entonces eran muy escasas dentro del régimen.

“Pudieron adquirir los mejores apartamentos y eso causó problemas de integración, porque generó mucho disgusto entre la población alemana. La idea era mostrarle a los chilenos los logros del socialismo en los últimos 30 años”, explica a Deutsche Welle, Sebastian Koch.

Koch es un historiador alemán, autor del libro “¿Refugio RDA?: Refugiados chilenos y la política extranjera del PSUA”, donde describe la realidad de los chilenos que vivieron en ese lado del bloque, entre ellos la Alta Comisionada de la ONU para los Derechos Humanos y expresidenta chilena, Michelle Bachelet, los escritores Carlos Cerda, Roberto Ampuero y políticos como Carlos Altamirano y Jorge Arrate.

Carlos Altamirano | Hans Scott | Agencia Uno
Carlos Altamirano | Hans Scott | Agencia Uno

Un aspecto que llama la atención de los estudiosos del tema es que dentro de la comunidad chilena existían muchas diferencias sociales. “Por ejemplo, Carlos Altamirano contaba con un exclusivo edificio en el distrito de Pankow, Berlín. Además, tenía coche con chofer y viajaba por el mundo, financiado por la RDA”, relata Maurin.

Para aquellos chilenos que no formaban parte de la cúpula política no se otorgaban tantos privilegios. Todos debían trabajar en fábricas y pedir permiso si querían visitar Berlín occidental; muchas veces las solicitudes eran denegadas.

Chilenos estaban bajo la lupa de la Stasi

“Esas diferencias no gustaron. Incluso hubo gente que se fue por ese motivo y también ocurrieron algunos suicidios de chilenos en el régimen, aunque es muy difícil saber cuáles fueron las causas, pero probablemente pudo haber contribuido”, opina Jost Maurin.

Asimismo, la Stasi, o policía secreta de la Alemania Oriental, tuvo bajo la lupa a esta comunidad de exiliados, que contaban con un dossier que contenía su información personal, pues a todos los extranjeros se les consideraba una especie de peligro para el régimen de la RDA.

“Este grupo estaba bajo observación particular del servicio secreto alemán sin motivo aparente. Sabemos también que el servicio secreto chileno fue muy efectivo. De hecho, cometió ataques en Estados Unidos, por lo que se sabía que la inteligencia chilena envió a sus propios agentes para investigar y observar a los exiliados”, explica Sebastian Koch.

ARCHIVO | Ralph Gatti | Agence France-Presse
ARCHIVO | Ralph Gatti | Agence France-Presse

Según archivos de la RDA, hacia septiembre de 1975, un 56,56% de los chilenos refugiados militaba en el Partido Comunista; un 33,94% en el Partido Socialista y el resto en grupos que formaban parte de la Unidad Popular, la coalición que apoyó y llevó a la presidencia a Salvador Allende.

Exiliada chilena: “Fui desgraciada y feliz en la RDA”


Oriana Zorrilla
llegó a la RDA en septiembre de 1975. Viajó con sus dos hijos y su marido de entonces. Recuerda que una vez estando en Berlín le asombró el aspecto del aeropuerto de Schönefeld: “Era muy antiguo. Parecía de la guerra. Se notaba la diferencia entre Berlín Occidental y Oriental. Era muy lindo, pero no tenía la luminaria, lo del mundo capitalista”.

En la Alemania Oriental, la comunidad chilena preparó una fiesta de bienvenida para Oriana y su familia. “Nos sentimos muy acogidos y estuvimos en una especie de hogar en Grünheide durante 3 meses, luego mis hijos enfermaron de hepatitis y pasaron 40 días hospitalizados en la frontera con Polonia”, relata la periodista.

Durante los 7 meses que vivió en el régimen, Oriana trabajó en la academia de una fábrica de cervezas, donde tomó clases de alemán e incluso creó un diario mural que contenía noticias acerca de lo que pasaba en Chile.

“Fui desgraciada y feliz en la RDA. Si bien existía un mundo chileno, donde me vinculaba, existía otro mundo alemán. Además, me apenaba saber de la represión que había en Chile”, confiesa para Deutsche Welle.

Si bien la experiencia fue distinta para cada chileno refugiado en la RDA, de acuerdo a la investigación del historiador Sebastian Koch, “una gran mayoría de los exiliados con los que hablé se mostró agradecido con el régimen, especialmente por haber sido admitidos y por la educación que allí recibieron”, asegura.