Los 630 migrantes rescatados hace una semana por el buque humanitario “Aquarius”, en el centro de tensiones en la Unión Europea (UE) por la cuestión migratoria, llegaron este domingo al puerto español de Valencia tras un largo periplo de una semana por el Mediterráneo.

Con las primeras luces de la mañana, el navío italiano “Dattilo” llegó con 274 de los migrantes, seguido cuatro horas después por el “Aquarius”, el buque fletado por la oenegé francesa SOS Méditerranée y Médicos Sin Fronteras (MSF), que al llegar con 106 migrantes fue recibido con ruidosos aplausos.

Ya bajo un candente sol, el último barco de la flotilla que recorrió 1.500 kilómetros, el italiano “Orione”, hizo su entrada con los restantes 250 migrantes.

Todos fueron recibidos en la ciudad española por un amplio dispositivo de más de 2.000 personas, entre voluntarios de Cruz Roja, médicos, intérpretes y policías.

Rescatados por el “Aquarius” en la noche del 9 al 10 de junio frente a Libia, se trata en total de 450 hombres adultos y 80 mujeres —al menos siete embarazadas-, 11 niños menores de 13 años y 89 adolescentes también menores.

Son de 26 países, principalmente africanos.

La operación fue observada desde una distancia de 200 metros por los periodistas, sin acceso al área de desembarco ni a los migrantes, para proteger su privacidad.

Cansados pero muy ilusionados

Cansados pero muy ilusionados. Así han visto a los migrantes rescatados por el “Aquarius” los más de mil voluntarios de la Cruz Roja que se movilizaron desde toda España para darles apoyo este domingo en Valencia.

“Están bastante felices de haber llegado a puerto, bastante ilusionados y esperanzados, también se les ve cansados, pero lo primero gana a lo segundo”, señala a la AFP Carmen Moreno, llegada desde Andalucía (sur) para aportar su granito de arena.

Delgada y de largo pelo rubio, Moreno integra el ejército de voluntarios de Cruz Roja que participaron en el amplio dispositivo para recibir a los 630 migrantes rescatados por el buque humanitario “Aquarius” una semana atrás frente a las costas de Libia.

Este domingo, los voluntarios ya estaban desplegados para recibir a los tres barcos que finalizaban un periplo de 1.500 kilómetros de navegación con los migrantes a bordo, en un muelle del puerto de Valencia (este) reservado para cruceros.

Una labor que les tomaría la mayor parte del día.

En el campamento erigido en el muelle, se alineaban decenas de patrullas de policía, ambulancias, vehículos de la Cruz Roja, autobuses para trasladar a los migrantes. Todos los recursos concentrados en una zona vedada a la prensa y a los curiosos, para preservar la privacidad de los recién llegados.

Moreno se ocupó de recibir en tierra a los migrantes y acompañarlos a uno de los dos “circuitos”, explica la doctora durante una pausa para comer después de atracar el navío italiano “Dattilo” y antes de que llegara el “Aquarius”.

El “circuito verde”, para las personas saludables, lleva directamente a la entrevista con la policía que toma los datos y luego en autobús a algún albergue provisional.

El “rojo” se reserva para los niños, las mujeres embarazadas o los adultos necesitados de asistencia sanitaria en el lugar o ser derivados a un hospital. Una vez estabilizados, irán al refugio.

Zapatos y agua

En el “Dattilo”, por suerte, “el estado de salud en general ha sido bueno”, se congratuló Moreno, también a cargo de entregarles a los migrantes un kit con ropa, toalla, productos de higiene, peine, cepillo de dientes, y en muchos casos zapatos.

“Llegan sin zapatos y sin calcetines. Los necesitan porque hay un camino largo desde el barco hasta las carpas”, afirmó. Y mucha agua, porque aunque la operación comenzó al despuntar el alba, continuó bajo un inclemente sol.

La joven voluntaria valenciana Hanan El Ayadi se encargó de llevar a las personas a los autobuses destinados a los refugios temporales.

“Nos hablan y nos cuentas sus experiencia”, señala El Ayadi. Por ejemplo, acompañó a un niño de Sudán con quien estuvo hablando de fútbol. “Me dijo que se conocía todo el equipo del Arsenal”, destaca.

Además de contar con un ejército de medio millar de intérpretes para hacerse entender, los migrantes recibieron el apoyo de religiosos.

“Me acerqué a un joven que me enseñó la cruz”, cuenta el hermano Pascal, que vino con otros domínicos del Monasterio de Navalón, a unos 70 km al sur de Valencia.

El adolescente eritreo le contó que había sobrevivido dos años en Libia, con la ayuda de un amigo, hasta que ambos lograron embarcarse hacia Europa y terminaron rescatados por el “Aquarius”.

Cansados pero satisfechos, los voluntarios afirman que su labor no hace más que empezar este domingo.

“No finaliza nunca. Los migrantes pasan a las casas de acogida o centros de estancia temporal, y se sigue haciendo trabajo con ellos. Luego vendrá la ayuda social o para que consigan asilo”, agrega Moreno.