El ginecólogo congoleño Denis Mukwege fundó el Hospital Panzi en la capital provincial de Bukavu. El médico, de 63 años, junto con la iraquí Nadia Murad, víctima de violación que ha dado visibilidad a la difícil situación de las mujeres yazidíes, recibió el Premio Nobel de la Paz 2018 por su compromiso con las mujeres que han sufrido violencia sexual.

Antes de que recogiera el premio en Oslo, Mukwege otorgó una entrevista a la Deutsche Welle, medio asociado de BioBioChile.cl

Este año, el Comité del Nobel ha decidido centrar la atención en la violencia sexual contra las mujeres de todo el mundo. ¿Qué supone esto para usted y sus colegas?

Denis Mukwege: Creo que fue una gran decisión. Mucha gente no entiende, incluso en mi país, lo que significa usar la violación como arma de guerra. No entienden cómo la violación puede destruir. No solo a la víctima, sino también a las familias, a la sociedad y a todo un país. Creo que es muy importante prestar atención a este hecho. Sus consecuencias pueden durar muchas décadas. Somos testigos de eso aquí en el hospital. No debemos abordar este problema solo por el bien de las víctimas, sino también para evitar que algo así vuelva a suceder en el futuro.

¿Cómo se puede concretar esta aspiración?

Aquí en el hospital cuidamos a las víctimas de violencia sexual. No solo las tratamos físicamente, sino que también tratamos su trauma. Esto puede llevar mucho tiempo. Depende de lo que haya sufrido la víctima. Luego, se trata de reintegrar a estas mujeres en la sociedad. Y esto no se puede lograr si no se les permite ser independientes.

Con los tres pilares: ayuda médica, psicosocial y socioeconómica, intentamos restablecer la justicia. Ellas quieren justicia. Tal vez les va bien económicamente, pero se preguntan: “¿por qué me pasó esto a mí?”. “¿Por qué este hombre que me violó sigue siendo libre?”. “¿Y sigue violando?”. Hoy hay mujeres que se expresan y reclaman justicia. Pero eso lleva mucho tiempo.

Ha estado haciendo este trabajo durante casi veinte años. ¿Qué ha cambiado? ¿Cuál es la situación actual de las mujeres en el este del Congo?

Las mujeres, hoy, están luchando para romper el silencio. Cuando el problema emergió en esta región, resultó muy difícil para las mujeres. Incluso cuando había toda la evidencia de que una mujer había sido violada y presentaba graves heridas en el área genital, generalmente venía con algún otro pretexto, porque estaban avergonzadas de lo que había sucedido.

Hoy puedo ver que las mujeres son más fuertes. Informan a la policía y vienen al hospital y dicen: “mire lo que me pasó y sé quién es el responsable”.

Creo que este es un gran paso adelante en la lucha contra la violencia sexual. Porque, cuando las personas tratan la violencia sexual como un tabú, como algo de lo que no se puede hablar, este comportamiento también protege al perpetrador. Hablar de ello es una forma de mostrarle a los autores: “si me haces esto, todos lo sabrán y la vergüenza no será mía sino tuya.” Cuando esto pase, las cosas cambiarán. Como dije, tomará tiempo, pero sucederá.

¿De dónde viene su motivación? ¿Qué le da fuerzas para hacer su trabajo?

Quienquiera que conozca a las mujeres que tratamos aquí, verá que podrían ser sus hijas, esposas, madres, nietas. Creo que aquellos que no pueden identificarse con el otro ignoran el sufrimiento de los demás. Creo que ese es un punto crucial, importantísimo para mí. Cuando veo a alguien sufriendo, siento compasión y me pongo en su lugar.

Un segundo punto es que he visto la fuerza de las mujeres. Estoy muy impresionado con lo fuertes que pueden llegar a ser. Incluso si llegan aquí en circunstancias muy difíciles, heridas, psicológicamente humilladas, se levantan y luchan por sus derechos. Esto me ha tocado en lo personal y me anima a continuar.

El movimiento #MeToo se ha conocido en todo el mundo y recibe mucha atención. ¿Cómo ve este movimiento y cómo se percibe aquí en el Congo?

Apoyamos el movimiento #MeToo al cien por cien. #MeToo es una forma de luchar contra el sistema patriarcal. Es un camino para denunciar a los perpetradores. Si las mujeres dicen la verdad, los perpetradores comienzan a comprender que son ellos quienes tendrán que avergonzarse, si violan y dañan a las mujeres… Aquí en la región estamos trabajando duro para romper el silencio. Y creo que #MeToo tiene el mismo objetivo.

Si se rompe el silencio, los perpetradores entenderán que ya no es un tabú. Por eso, apoyo este movimiento.